ante la ley

Ante la ley

En el centro de una gran ciudad, había un senado muy antiguo, el mejor de la zona. Un día entré y vi que ante la ley hay un guardián. Me presente frente a él y pedí permiso para queme dejara entrar en la Ley. Pero el guardián me contesta que por ahora no puede dejarme entrar. Reflexioné y pregunte si me dejarían entrar más tarde y él me contestó:
-Tal vez, pero no por ahora.La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, me incline para espiar. El guardián me ve sonriendo y me dice:
-Si tu deseo es tan grande haz laprueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya eltercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
Yo no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, pensé, pero después me fije en el guardián, con suabrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decidí que me conviene más esperar. El guardián me da un escabel y me deja sentarme a un costado de la puerta.Esperé demasiado tiempo. Intenté infinitas veces entrar pero solo harté al guardián con tantas súplicas. A menudo el guardián conversaba brevemente conmigo, me hacía preguntas sobre mi provenienciapero solo me repite que no me dejará entrar. Traje muchas cosas para estar muy bien durante mi viaje del campo a la ciudad, tuve que sacrificar todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián.Este acepta todo, en efecto, pero me dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, observaba continuamente al guardián. Ya le queda poco tiempo de vida.Antes de morir, todas mis experiencias de esos largos años se confunden en mi mente en una sola pregunta, que hasta ahora no he formulado. Le hago señas al guardián para que se acerque, ya que el...