argentina 1810 a 1825

INTRODUCION
En la segunda mitad del siglo XVIII, España adopto una política inteligente y generosa respecto de esta región de América. Ya se comprendía que la riqueza de las naciones no consistía solamente en metales preciosos sino en los recursos que podían extraerse de la naturaleza, bases de la industria y el comercio. Así pues, se hizo de Buenos Aires la capital del Virreinato del Rio de laPlata, una enorme extensión de praderas, bosques, yacimientos minerales, grandes ríos y salida al Atlántico y al Pacifico. Se liberó parcialmente su tráfico comercial con puertos españoles y americanos, se establecieron servicios de correo, se instaló una audiencia y un tribunal de comercio. Se enviaron excelentes funcionarios, con espíritu progresista, se liquidó el enclave portugués de Coloniadel Sacramento, se fundaron nuevas ciudades y se embellecieron algunas de las existentes como Córdoba y Buenos Aires. Un regimiento reclutado periódicamente en la Coruña, el Fijo, se instaló como guarnición de la capital del Virreinato.
Todo esto se derrumbó con las invasiones inglesas (1806-1807). El gobierno de Carlos IV, dominado por el ambicioso favorito Godoy, demostró su incapacidad entodos los terrenos. Quedó evidenciado que en un plano militar España era impotente: los vecinos de Buenos Aires se las habían tenido que arreglar solos para expulsar a los invasores y la Corte de Madrid contestó con mezquindad a los honores y reconocimientos que solicitaban los porteños reconquistadores, aunque en la América española la hazaña suscitó admiración, y la lámina de oro y plata obsequiadapor Oruro a Buenos Aires (exhibida actualmente en el Cabildo) es testimonio de aquel sentimiento.
También en el aspecto económico y comercial España había fallado. A pesar del virtual monopolio de Cádiz aquí se preferían las mercaderías inglesas y la península no estaba en condiciones de proveer a sus colonias de las manufacturas que necesitaban. Cuando los ingleses regresaron a Gran Bretaña, losproductos que liquidaron los mercaderes que habían vendido con la segunda invasión arrasaron los efectos importados de la península. La autorización otorgada por el virrey Cisneros a fines de 1809 para introducir mercaderías extranjeras, es decir, británicas, para recaudar derechos aduaneros, demostró que la metrópolis carecía de fuerzas para establecer una solida relación comercial con BuenosAires, entrada obligada del Virreinato.
Finalmente, el tema político-dinástico. En este aspecto España reveló una faz hasta entonces desconocida: la del desastre. En medio de una infortunada guerra con Gran Bretaña, en la que Carlos IV actuaba como un dócil instrumento de Napoleón, una pueblada había arrancado la abdicación del monarca parra establecer en su lugar a su hijo Fernando. El emperadorfrancés obligó a éste a entregarle la corona y la transfirió a su hermano José Bonaparte, mientras sus tropas ocupaban vastas regiones de España. El pueblo se sublevó espontáneamente y no se sabía quién mandaba efectivamente: el rey José, “Pepe Botellas”, la Junta o después del Consejo de Regencia, o las diversas juntas improvisadas en varias ciudades que los patriotas instalaron en defensa de losderechos de Fernando VII, confinado en un castillo de Francia y muy divertido allí, aunque sus súbditos creyeran que gemía en las mazmorras napoleónicas.
Para completar este panorama de anarquía y confusión, hay que recordar que hasta mediados de 1809 se nombra Virrey interino a un francés, Santiago de Liniers, héroe de la Reconquista y la Defensa, a quién sus enemigos acusaban de querer entregarestos dominios a Napoleón. Y por su parte, la esposa del Rey de Portugal y Brasil, Carlota Joaquina, reclamaba desde Río de Janeiro sus supuestos derechos de regir el Virreinato, como hermana del cautivo rey de España.
Imposible imaginar un escenario de mayor volatilidad. Los lazos de lealtad recíproca entre la corona y los súbditos rioplatenses se habían aflojado irremediablemente.
Un...