Aristoteles
La pérdida de sus libros es, por cierto, muy lamentable. No obstante, algún consuelo indirecto nos depara la posibilidad de disponer de las notas privadas de un geniofilosófico de la magnitud de Aristóteles. Y es que tales textos nos obligan a una lectura especial. No la que uno puede hacer cuando se nos entrega algo acabado, ante lo cual sólo cabe el reverentetributo de la comprensión. Los papeles privados nos invitan a asomarnos a la práctica real, al taller de su pensamiento. No a escuchar sentados, sino a incorporarnos a la tarea, a participar del diálogoperipatético, a asistir a su palabra viva. A la docencia del maestro a quien Dante llamara “el maestro de los que saben”.
Quizá estas circunstancias ayuden a explicar por qué Aristóteles hayaconvocado a la enseñanza de su pensamiento tal vez como ningún otro filósofo; quiero decir, a la activa realización de un trabajo de escuela. Digamos a una escolástica, en el más amplio sentido, como la quese cumple primero en el liceo, que funciona a lo menos hasta el siglo VI de la era cristiana, luego a todo lo largo de la Edad Media, pero también por la vía de una abundante literatura como laproducida en el último siglo con el carácter de lo que Alejandro Vigo en su libro subtitula “Una Introducción”; vale decir, un esfuerzo por ordenar el acceso al vastísimo panorama de las ideas de...
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