ARTICULO DID CTICA CHARLA OLGA COSSETTINI PAULA CALDO

Notas para repensar el para qué de la enseñanza de la historia

Paula Caldo
(Conicet-Ishir/FHyA-UNR)

La palabra historia es muy vieja, tan vieja que a veces ha llegado a cansar. Cierto que muy rara vez se ha llegado a querer eliminarla del vocabulario… (Bloch, 2011: 25)

Es casi un deber de las instituciones de formación docente, de los/as profesores/as y de los/as estudiantes de historiareflexionar sobre el sentido de la enseñanza de dicho espacio de conocimiento. Urge hacerlo en vista de las políticas curriculares del presente, que interpelan a los actores de las escuelas medias santafesinas con reformas que asignan a la disciplina significados y recortes de contenido particulares.1 Decimos disciplina porque, justamente, ya no hablaremos de ciencias sociales sino de historia. Aquelrótulo general incomodaba porque, como reza en nuestro epígrafe, pese a sus bemoles, la historia es un saber del cual la sociedad occidental no puede desentenderse. Ahora bien: no debemos olvidar que, muchas veces, los significantes son vacíos y, en este caso, el uso o el desuso se torna indistinto. Por ello, tal cambio de nomenclatura no debe leerse exclusivamente como una cuestión nominal, derevisión de contenidos o de reparto de horas cátedra, sino como un desafío epistemológico para volver a pensar qué historia queremos transmitir en las aulas.
Para tal fin, una entrada reflexiva y pertinente, sin dudas, es reflotar la vieja pregunta: ¿historia para qué? Interrogante que, ya en los años cuarenta, había planteado Marc Bloch valiéndose de la tan citada anécdota: “Papá, explícame paraqué sirve la historia, pedía hace algunos años a su padre, que era historiador, un muchachito allegado mío… Conservaré aquí, como epígrafe, esta pregunta de un niño cuya sed de saber acaso no haya logrado apagar de momento. Algunos pensarán sin dudas que es una fórmula ingenua; a mí, por el contrario, me parece del todo pertinente” (Bloch, 2011: 9).
Cuál era la pertinencia que tenía para elhistoriador esta pregunta y cuál es la pertinencia que sigue teniendo para nosotros/as, los/as profesores/as de historia (formados/as o en formación)… A simple vista, podríamos decir que el interrogante induce a pensar en una utilidad inmediata leída en clave didáctica. Es decir, que el trabajo de la transmisión requiere del auxilio de: recursos motivadores, el interés de los/as adolescentes, laaplicabilidad concreta del tema tratado, el planteo de preguntas-problemas, la resolución de hipótesis, el vínculo cercano-lejano, los saberes previos y toda esa gama de entradas que nos permiten dinamizar la clase a los efectos de producir mejores aprendizajes.
De manera recurrente solemos oír a colegas que, al tiempo que se quejan y denuncian la deserción escolar, se empeñan en transmitir en sus clases uncúmulo de contenidos anquilosados, atiborrados de detalles y a través de una clara narración impersonal, en tiempo pasado, con escasas posibilidades de dejar marca en los/as estudiantes, quienes escuchan o hacen como si escucharan esos monólogos eruditos. Entonces, nos preguntamos para qué… Para qué estudiar la crisis del siglo XIV si de ese ejercicio no se extrae alguna nota útil para interveniren el presente. Por ejemplo, para reflexionar alrededor del concepto de crisis y su historicidad, del problema del hambre, de las epidemias, de los miedos, en fin, de los aires de familia que nuestro tiempo tiene con las condiciones de vida de otros varones y de otras mujeres que vivieron en épocas pasadas. Debemos asumir que el presente es histórico y, por ello, dispone ante nosotros/asmúltiples problemáticas a partir de las cuales hilar hacia atrás y, en la gimnasia, llenar de sentidos ese para qué que hoy parece encontrar sus respuestas en discursos construidos desde la memoria, desde la didáctica, desde los medios de comunicación o desde la política, y no en la especificidad del campo historiográfico. Entendemos que es condición sine qua non de la didáctica de la historia aceitar...