ARTICULO

Zócalo verde, ciudad agonizante
Por César Alan Ruiz Galicia
Sat, 22 Feb 2014 16:56






Es cierto que el amor puede valerse del cuerpo para expresarse, pero también le es dado utilizar a la ciudad: amamos mediante el trazo de los álamos, el rumor de la avenida, la cadencia de las esquinas y el trote de sus desniveles. Esa irregularidad posee el carisma de una belleza convenientementedesordenada, como una mujer al despertar que ha sido despeinada por sus sueños.
Las ciudades son la narración material de los pueblos. Pueden ser leídas como un gran texto, profuso y propiciatorio, que nos cuenta la historia sobre quienes somos. Funcionan como poderosos imanes o centros de gravitación, porque ¡cuántas imágenes y sensaciones no se atropellan cuando uno dice París, Nueva York,Estambul, Río de Janeiro o Ciudad de México! Pero también Atenas, Nínive, Alejandría o Caral...sus ruinas son un diamante astillado que actúa como una presencia marginal. Una ciudad es, por decirlo de alguna manera, tiempo que deviene espacio.
En acuerdo a Platón, las ciudades aparecieron porque las personas no podemos bastarnos a nosotras mismas y requerimos un lugar para satisfacer la diversidad denuestras necesidades. Es cierto. Pero algo más, decididamente importante, añadió su discípulo Aristóteles: son también el sitio para la seguridad y la dicha. Desde entonces se conforma como tópico y las ciudad se asume como el signo de la cultura por excelencia; se opone así a un estado más edénico o salvaje, que era motivo de nostalgia para Rousseau y de orgullo en Seurat: en su afamadapintura Tarde de domingo en la Isla de la Grand Jattesimboliza, mediante una sosegada reunión campestre, el triunfo de lo civilizado sobre la naturaleza.
Durante mucho tiempo hemos tratado de imaginar con claridad los detalles más refinados de ciudades y repúblicas utópicas. Penosamente, el brillo con que las ensoñamos no soportó la fricción de la realidad, de modo que esas formas ideales se tradujeron ensus negativos fotográficos: cobraron vida las distopías urbanas, con atascos, desorden y elevados niveles de polución, atacadas por un crecimiento desmesurado y ecléctico donde se ordenan espacios solo en acuerdo a las exigencias industriales, pasando a segundo plano el criterio estético, ético o espiritual.
Una ciudad no es un gran lienzo donde todo puede hallar lugar, sino un espacio en disputadonde las memorias se yuxtaponen unas sobre otras. Lo que vemos es generalmente el testimonio de aquello que se impuso, de las victorias de otros tiempos: la política urbana y la arquitectura son la continuación de la guerra por otros medios. Así las cosas, un paisaje es una superficie donde la derrota es olvido y cada recuerdo fue asesino.
 
***
 
Existen diferentes tipos de espacios: loshay geométricos, físicos o sociales. De estos últimos se desprende un tipo muy importante, que es el espacio público: aquel sitio abierto a todos, distinto al privado en que solo algunos pueden acceder. Lo público es lo común por definición. En México solemos pensar al revés: en lugar de entender que lo público es de todos, lo tratamos como si fuera de nadie y por eso a veces no lo cuidamos.Asumiendo esa tarea, preocupa que el gobierno en turno considere que puede decidir por sus propios fueros, sin un largo proceso de consulta, discusión y consenso, sobre la transformación de la plaza pública más importante del país en una gran jardinera.
Esta proyección urbana puede hallar su origen en el funcionalismo, que es una corriente arquitectónica que se consagró en la segunda mitad del siglopasado como estilo internacional. Apuesta por acotar los espacios públicos a las áreas verdes, asignando usos específicos que se agotan en vialidades, monumentos y edificios burocráticos. No existe el ágora. Ese sentido de la distribución permite recordarle a las personas que son solo pequeñas partículas, aplastadas diariamente por un acomodo que les impide encontrarse.
La idea de remodelar el...