Aula
Incorporarse en un salón donde la vida misma toma forma humana y ocupa el espacio que brinda una silla es desconsolante ya que esa vida está muerta, es un aparato inerte que seapropia de bellezas vibrantes, es observar la muerte inédita y quedarse estático simplemente por que sí. Esas sonrisas que podrían ser de unas a otras, se obsequian a unas pantallas; esosoídos creados para escuchar a los demás se ocupan de apartar al individuo de su realidad; esos ojos creados para nutrirse de magníficos paisajes, de momentos inolvidables se alimentan de lafantasía creada por las invenciones tecnológicas, por paisajes hechos con pixeles.
Ya mi convivencia aquí no es la misma, aunque acepto que las cosas deben cambiar, me sorprende larapidez con la que ha sucedido y es en el momento de descansar del ajetreado día cuando pasa el hecho más épico; se toma en las manos un objeto que se ubica en los orificios auditivos seconecta a nuestro sustractor de vida y se desconecta del mundo; es paradójico que al conectar algo se desconecte de mucho más. A veces he llegado a reírme de quienes llamo “Zombies” porquerealmente es muy gracioso su comportamiento mecánico (claro está cuando no pertenezco a ellos).
Es difícil en mi opinión describir cada suceso con pleno detalle, pero puedo asegurar quesomos clones de una misma figura suspendida en el ciberespacio donde solo ocupamos una pequeña área en este mundo que “compartimos” ya que esencialmente vivimos por una pantalla más.
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