Autobiografía de Rousseau


Los comienzos de mi vida pueden parecer desamparados y confusos. Se puede decir que yo, Jean Jacques Rousseau, que nací en Ginebra el 28 de junio de 1712, soy el prototipo del huérfano, del niñodesconcertado que pasa de unas manos a otras sin que ninguna acierte a retenerme o mostrarme afecto. De las manos de mi padre, quien fue un hombre sentimental pero violento, disipado pero moralista,pase a las manos de mi tío, el ingeniero, que se apresuro a traspasarme a un pastor protestante. Luego fui aprendiz de notario y aprendiz de grabador, escuelas de las que escapé para ir a formar partede un extraño grupo de extranjeros católicos, quienes abrían paso hasta llegar a los tiernos brazos de Madame de Warens, una intelectual campesina de la época, que satisface mis aspiracionesespirituales con un vago deísmo y mis urgencias de temperamento con la amable práctica de un libertinaje atemperado por su buena índole. En mis años de niñez y adolescencias, serví como lacayo, estudié comoseminarista, gané mi vida como profesor de música para después perderla como limosnero de amor en los brazos de Madame de Warens, neófito y misionero en curiosas congregaciones católicas y protestantes,secretario de un archimandrita griego que pretende la reconstrucción del Santo Sepulcro por suscripción popular, copista de músicas lejanas, autor de óperas, inventor de un nuevo sistema de escrituramusical, secretario de Embajada en Venecia . Después de que Diderot me invitara a participar en la redacción de la Enciclopedia, la fama literaria y el prestigio mundano comienzan a rodearme. MiDiscurso sobre las artes y las ciencias, en la que expuse mi opinión de que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la humanidad y que el estado natural, es superior, en el planomoral, al estado civilizado, me hizo ganar la estimación de filósofos y escritores; el estreno de obra El adivino de la aldea me abrió las puertas del favor real. Pero una especie de demonio...