Barroco

INTRODUCCIÓN
¿Qué es la mujer para el arte? Ante todo, una completa desconocida.
Desde el origen hasta nuestros días, la mujer ha pasado de ser un mero
ornamento del varón a ser un agente activo de la actividad artística.
Pero no nos detendremos aquí en el análisis de la mujer como sujeto, sino en el de la
mujer como objeto. Como objeto artístico.
La iconografía femenina ha surcado caminos muydiversos y pintorescos: ha
caminado como diosa por bien empedrados cardos y decumanos, ha sufrido como
madre, ha cruzado desiertos en penitencia, ha segado campos de trigo e incluso ha
liderado a los pueblos ensalzando la libertad.
Ya sea en el plano religioso o laico, estas mujeres de óleo y temple siempre fueron
cariátides de sentimientos, pasiones y temores masculinos.
Los artistas se hicieronpoetas y cambiaron la pluma por el pincel, y con el tiento
a modo de razón, nos dejaron bellas metáforas de virginidad, fortaleza, libertad,
erotismo y virtud en forma de mujer.
Quizás como medio de comunicación o quizás como mero objeto de deleite, lo cierto es
que no hubo artista que se resistiera a la representación de la mujer, a experimentar con
sus volúmenes o a acariciar su pelo con el suavevaivén de unos pinceles que soñaron
con ser dedos y unos colores que anhelaron ser luz para iluminar unos perfiles tan
amados como odiados.
En este pequeño trabajo acotaré el estudio de la iconografía femenina a la obra
de los grandes pintores barrocos sevillanos, dando una visión distinta y poco habitual de
su obra.
Es preciso tener en cuenta el marco histórico y temporal en el que estosmaestros
decidieron colocar el lienzo sobre el caballete y, pincel en mano, acometer la realización
de los distintos encargos.
Sevilla era, después de
Madrid, el centro artístico más
importante
del
Imperio
Español. Gracias al comercio
con el Nuevo Mundo, Sevilla
se había convertido en el
principal
emporio
del
comercio de ultramar. No
obstante, la ciudad se vio
sacudida por una crisis
política y económicaque
conllevo tanto un retroceso
económico como una crisis
demográfica general.
La epidemia de peste de 1649 y la carencia de víveres mermaron la población de la
ciudad que quedó reducida a casi la mitad.
A pesar de lo dicho, las artes se vieron afectadas en poca medida y de forma tardía. Es
más, la ciudad va a verse envuelta en un auge religioso derivado de las medidas
contrarreformistas delConcilio de Trento que no solo renovarían y ensalzarían la fe en
esta “nueva Roma” sino que fomentarían el encargo de obras a los principales artistas de
la ciudad.

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La decoración de nuevos monasterios (hasta 15 nuevas fundaciones), sus iglesias,
sacristías, refectorios y claustros, así como los numerosos hospitales con retablos y
grandes series de cuadros, ofrecieron un amplio campo de actividad alos pintores
sevillanos.
Ante esta situación no es de extrañar la falta de narraciones visuales explícitas y
carnosas. Se palpaba un ambiente de purismo religioso, donde los artistas vivieron
momentos de riguroso hábitos morales. La represiva vigilancia de la Inquisición y la
rigurosísima prohibición de utilizar modelos femeninos al natural (aún en el caso de que
el tema icnográfico lorequiriera) hicieron prácticamente inviable cualquier tipo de
relación artista-modelo, ya fuera una meretriz, una amante o una simple voluntaria
(como si ocurrió en Italia o en Flandes).
¿Cómo pintar entonces el cuerpo de la mujer? Pacheco, pintor segundón pero
tratadista de primer rango, escribió en 1649 El Arte de la Pintura. El frontispicio de
dicha obra, deja bien claro lo que en ella parece recogido:Aquí Pacheco fijo las bases para un “arte religioso oficial”, en el que se verá
claramente reflejado su puesto de veedor de la Santa Inquisición y los ideales y
principios que aplicó no solo al cargo mencionado sino a las directrices dadas en cuanto
al cultivo de la iconografía cristiana y a su adecuada representación.

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En un fragmento de la obra mencionada, junto a las instrucciones...