Benzulul
INDICE
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Benzulul .....................................................................4 El Caguamo ............................................................... 17 Viento ......................................................................... 31 El Mudo....................................................................... 45 Quien dice verdad. ..................................................... 56 La Cañada del Principio.............................................. 62Patrocinio Tipá ........................................................... 71 No se asombre, sargento............................................ 82
BENZULUL
Mientras avanzaba por la vereda, una parte de su cuerpo se iba quedando en las marcas de sus huellas. Podría haberse quedado ciego de pronto (por una brujería de la nana Porfiria, o por un mal aire, o por el vuelo maligno de una mariposanegra), y a pesar de ello, seguir el camino hasta el pueblo sin extraviarse. No había una hiedra que no conociera; ni el pino 3
quemado y roto por la piedra del rayo, ni el nido de la nauyaca, habían escapado al encuentro de sus ojos. El estar caminando era su vida. Juan Rodríguez Benzulul conocía de memoria todos estos rumbos. Veintidós años de marcar los pasos en esta vereda; dejar su seña enel polvo o en el lodo, según la época. -Cuando asomó el gobierno pa’ dar las tierras ya, cuanto hay, entendía yo de veredas. Cuando, en después, las volvieron a quitar, ya no había quien supiera más que yo. No había cerro, no había cerco, potrero, milpa o llano, que no tomara, en el recuerdo de Benzulul, la forma de un suceso. En estos lomeríos hay de todo. Todo es testigo de algo. Desde que yoera de este tamaño, ya eran sabidos de ocurrencias estos lados. La misma caminata. Siempre el mismo rumbo. De Tenejapa al aserradero, del aserradero para Tenejapa. Las mismas señas. Los mismos pinos. En este árbol colgaron al Martín Tzotzoc para que no le fuera a comer el ansia, y empezara a contar cómo fue que los Salvatierra se robaron aquel torote grande, semental fino, propiedad del ejido. Esteárbol, sí, este mismo, fue el final de Martín Tzotzoc. El camino lo ve todo lo que pasa. Y el que vive en el camino sabe mucho. Yo averiguo cada huella, cada casa, cada bestia, cada muerte. Eso sí, por nada Platico lo que encuentro. Es de mucho peligro. Capaz quedo en algún roble Igual que un judas, pa’ alegración de los zopilotes. El Martín Tzotzoc tuvo mala suerte. ¡Si no va a ser mala suerte...
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