Carmen Laforet La Mujer Nueva Premio Nacional De Narrativa 1957

Páginas: 416 (103869 palabras) Publicado: 3 de junio de 2015
CARMEN LAFORET

LA MUJER NUEVA

PREMIO MENORCA DE NOVELA 1955
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 1956

Carmen Laforet

La Mujer Nueva

A Lili Alvarez, con agradecimiento,
con mi gran cariño, como madrina mía de confirmación.

© Carmen Laforet © Ediciones Destino Consejo de Ciento, 425. Barcelona-9 Primera edición:
diciembre 1955 Segunda edición: enero 1956 Tercera edición: mayo 1956 Cuarta edición:junio
1957 Quinta edición: julio 1960 Sexta edición: agosto 1964 Séptima edición: abril 1967 Octava
edición: enero 1970 Novena edición: febrero 1975 Depósito Legal: B. 5875-1975 ISBN: 84 - 233 0384 - 5 Impreso por Gráficas Instar. Constitución, 19 - Barcelona-14 Impreso en España Printed in Spain

Digitalización y corrección por Antiguo

Página 2

Carmen Laforet

La Mujer Nueva

ADVERTENCIA
Enesta novela, además de todos los personajes, se inventan varios pueblos, un río y un valle, y se
les coloca en la provincia de León. Esto no se ha hecho con la menor intención de hacer novela de
costumbres. La autora, que sólo conoce de paso esta maravillosa región, llena de contrastes, ha
creído posible encajar este valle inventado dentro de su geografía que, para el desarrollo de su
relato, leparecía conveniente. Y ésta es la única razón de haberlo hecho.

Porque respecto de Jesucristo, ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada,
sino el hombre nuevo...
Epístola de San Pablo a los Gálatas

Digitalización y corrección por Antiguo

Página 3

Carmen Laforet

La Mujer Nueva

PRIMERA PARTE

I
Un cielo pesado quedaba detrás. Entre el polvo y los guijos de la calle, sembrados de
grandesplastas de vaca, sobre las cuales zumbaban ávidas moscas verdes y listadas, se
estaba levantando como un deseo de humedad, un ansia de la tormenta próxima.
Paulina no se fijaba dónde ponía los pies; bajaba la cuesta muy de prisa. No sentía más que
los golpes, pesados también, de su corazón. Su marido, Eulogio, le sujetó el brazo más de
una vez cuando los frágiles zapatos de la mujer se torcíanentre las piedras o tropezaba.
—El tren no sale hasta las siete —le recordó.
Se veía, allá abajo, al otro lado del río, la pequeña estación iluminada por la luz especial de
aquella tarde de verano. Rayos de sol, en haces, se escapaban de entre las costras, cada vez
más compactas, de las nubes. El río tenía un brillo oscuro. A su orilla, a un lado de las vías,
se amontonaban unas grandes pilas decarbón. Había unas minas a unos pocos kilómetros
del pueblo y el mineral lo llevaban hasta allí en camiones. Más tarde, era recogido por los
trenes carboneros... Aparte de estos montones de carbón, nada en Villa de Roble indicaba la
presencia de las minas. Pastos muy verdes, con grandes vacadas, y montes cubiertos de
robles y castaños, y, más lejos, los grandes riscos que hacían un semicírculoalrededor de
aquel ensanchamiento del valle donde estaba el pueblo. Estos riscos no se veían ahora,
cubiertos por las nubes enfermas, que poco a poco lo oprimían todo.
Cuando Paulina y Eulogio cruzaban el puente nuevo para llegar a la estación, empezaron a
oír los primeros truenos lejanos. Paulina sintió en su cuerpo aquel aviso de la tempestad.
Levantó la cabeza con los ojos abiertos, serios. Siguió conla mirada el curso del río... Muy
cerca, a menos de dos kilómetros de la estación, sobre una colina y junto al llamado puente
viejo (aquel puente antiguo de piedras romanas, por donde estaba prohibido cruzar
carruajes) se veían las almenas del castillo dibujadas en oscuro contra las nubes, oscuras
también. El río las reflejaba.
Eulogio siguió, con su viva mirada azul, la mirada de Paulina.
—Nocomprendo por qué no quieres utilizar el coche de Antonio para ir a Ponferrada. Estoy
seguro de que si telefoneamos desde la estación...
Paulina volvió la cabeza sin contestar. Era una mujer esbelta, con el cabello y los ojos
intensamente negros. Su marido, un hombre aún joven, ancho de hombros, algo macizo,
llevaba en la mano el maletín de viaje. Eulogio era rubio, con ojos azules, como la...
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