Carpe Diem | dialogos.

Páginas: 24 (5779 palabras) Publicado: 31 de enero de 2014
Carpe Diem – Beatus Ille.
Raven abrió los ojos con desilusión y reprimió un suspiro de rabia. La meditación no estaba funcionando. Pese a que creía estar concentrada y lo más en calma que podría estar en un momento como ése, era más que evidente que, lejos de tranquilizarse y pensar con objetividad, sólo estaba enardeciendo sus emociones; se sentía más inestable que antes, fruto lógico de estardándole vueltas al asunto durante su meditación. Tocó el piso con los pies —pues estaba levitando— y trató de decidir qué hacer a continuación.
Hablar con Chico Bestia definitivamente no era una opción. No con todas las emociones a flor de piel. Sólo resultaría peor de lo que ya había resultado, con las palabras cruzándose como un tiroteo, cada uno diciendo lo contrario que el otro, cada unocreyendo que el otro estaba equivocado. Debía calmarse si quería encontrar una resolución al conflicto.
¿Por qué siempre tengo que pelearme con él por estupideces?, se preguntó la mitad demonio con frustración. Era algo que no entendía. ¿Por qué simplemente no quedarse callada e ignorarlo? ¿Por qué siempre esa suerte de necesidad de contestarle, como si fuera un modo de defenderse de sus reproches?Porque eso habían sido sus palabras, reproches, sólo reproches contra lo que era, lo que hacía y lo que decía. Raven admitió que también había caído en el juego y le había contestado del mismo mal modo, pero creía no tener la culpa de lo sucedido.
¿O la tenía? Negó con la cabeza y, en vista del fracaso de la meditación, Raven se dispuso a utilizar el último recurso de relajación e introspeccióncon que contaba: escribir. No le había contado nunca a ninguno de sus amigos esa particular afición, ya que la consideraba su último refugio personal, pero era posible que lo dedujeran de sus hábitos de lectura. La hechicera dirigió sus ojos a una estantería de su habitación, de la cual sacó un cuaderno gris, sencillo, sin ninguna rotulación y, sentándose cómodamente en su cama a la vez que sacabaun bolígrafo de su velador, se dispuso a escribir.
No era un tipo de escritura autorreferente, en donde simplemente se dirigiera a un destinatario invisible y le contara sus problemas. No era su estilo. Prefería simplemente armar una breve historia, donde los eventuales personajes sintieran lo mismo que ella sentía y, mediante la resolución del conflicto, lograra una especie de liberación.Siempre lo había hecho del mismo modo y se había convertido en un modo seguro de desplegar aquellas emociones que se arrastraban en su interior, sin correr el riesgo de liberarlas en el proceso. Porque en eso residía la magia del método: al hacer que sus propios tormentos los sufrieran personajes ficticios, los problemas se volvían menos reales al mismo tiempo, como si pertenecieran a un mundo deficción, donde ella podía hacerlos desaparecer o manipularlos a su antojo. Y así el dolor de su alma se aplacaba o, como en aquellos momentos, la ira iba aflojando su corazón, poco a poco.
Lo único lamentable era que en el momento mismo en que apoyaba el lápiz en la hoja limpia de papel, los recuerdos la azotaban y durante un instante, la dejaban sin aliento, amenazando su frágil y perseverante control.Y, tal como siempre, aquella vez no fue la excepción.
Chico Bestia estaba aburrido. Robin y Starfire habían salido en una cita con la estricta advertencia de no molestarlos bajo ningún concepto, a no ser que fuera por una emergencia de la ciudad. Cyborg había hecho algo parecido, pero no para salir con una chica, sino para asistir a una convención de automóviles en las afueras de la ciudad de laque llevaba semanas hablando. Chico Bestia no había sido invitado, ya que el mitad metal dijo que para el verde sería totalmente aburrido y no quería tener a un enano quejándose todo el tiempo.
Así que Chico Bestia se había quedado solo. Solo con Raven. "Menuda compañía", rezongó el muchacho mentalmente, pero decidió controlar su malhumor. Después de todo, Raven era su amiga, no tenía derecho...
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