Cartas al amanecer DAVC

Mi carta diaria
Suena el reloj, abres los ojos y por costumbre agradeces a Dios el nuevo día. Recuerdas que aún no es viernes y suspiras. Te levantas, te aseas, te vistes y te diriges a la cocina,montas café, preparas un sándwich frío. Mientras la cafetera termina, sacas al perro que tiene rato esperándote, tu rutina dos veces al día, tres o cuatro los fines de semana y feriados. Bajas, aúncon frío y matando el hambre con el sándwich tan frío como el ambiente. El perro huele cada mancha que ve en el piso y no se decide a cumplir la misión. Misión, extraña palabra encontraste paradescribir las necesidades del perro. Tu mente divaga y se pierde en alguna escena de la Guerra de las Galaxias, ¿o era del Señor de los Anillos?. Mientras tanto, tu perro termina de obedecer a sucuerpo de can joven. Él quisiera seguir paseando pero en el fondo ya sabe que otra vez estás tarde, que el reloj parece ir más rápido que tú y acepta volver a casa.
Regresas, terminas el desayuno con uncafé fuerte y con mucha azúcar. Buscas la cartera, el celular, las llaves y sales de la casa. No has alcanzado el ascensor que ves cerrarse con los vecinos adentro,…otra vez. Piensas si vale la penaesperarlo o si sería mejor bajar los once pisos por las escaleras. Tu cerebro te dice que con haber sacado al perro es suficiente ejercicio para tan temprana hora. Le haces caso y esperas, totalestás acostumbrado, es una de las cosas malas de vivir tan alto, la otra es la brisa cuando hay brisa, y la otra es que nunca te enteras de nada. Lo bueno es que casi no oyes los ruidos de planta baja.Sonríes brevemente por eso.
Llegas al estacionamiento, caminas a tu carro, aprietas el botón del control remoto para abrirlo y como cada día, en la mañana y en la tarde, recuerdas que debescomprarle pilas al dichoso aparatito, que ya estás cansado de tener que apretarlo unas cuantas veces para que se abra el carro. Tienes más de tres semanas cansado de eso, pero no recuerdas comprar las...