Christian D As De Junio

Días de junio
Christian Mora
En cuanto abrió la puerta de su casa le dio la bienvenida un hedor putrefacto que enrarecía el ambiente hogareño, mas no pudo taparse la nariz porque sus manos estabanocupadas cargando las bolsas del mandado recién hecho. Claudia sudaba el calor insoportable de la calle. En lo único que pensaba era en dejar la compra en la mesa para meterse a bañar, pero cuandollegó al comedor vio a un hombre sentado en una silla, tratando de refrescarse con el aire caliente que le aventaba el ventilador, dándole la espalda mientras con una de sus manos acariciaba al perro quese postraba a sus pies.
—David, ¿cómo puedes soportar ese olor?— dijo Claudia con tono de disgusto al mismo tiempo en que dejaba las bolsas sobre la mesa.
—¿Quién es David?— preguntó el hombrelevantándose de la silla y volteando hacia Claudia sin dejar de guardar distancia entre ambos cuerpos.
Ella quedó petrificada, olvidando por instantes ese aroma peculiar y los tantos grados centígrados.—Este calor está como para levantar muertos ¿no crees? —dijo al ver que ella no reaccionaba—. Lo sé, fue un mal chiste.
Claudia siguió inmóvil, aterrada con la presencia. Sólo dio unos pasos haciaatrás cuando él trató de acercarse. Arón buscó el espejo más cercano sin perderse de vista y se entretuvo viendo su reflejo. Los gusanos se habían comido la mitad de su rostro y su cráneo lucíaaterrorizante para quien no estuviera acostumbrado a verlo.
— Soy yo. Ya no te gusto, ¿verdad? Es eso. Por eso ya no has ido a visitarme. Ayer fue mi cumpleaños y no recibí ningún regalo de tu parte.Todavía me acuerdo cuando me amabas y nos entregábamos a la pasión en las tardes calurosas como ésta. ¿Recuerdas? Han pasado algunos años desde la última vez.
Arón caminó hacia ella y la tomó de la manocon sus dedos huesudos sin que ella le negara el contacto.
—Tú aún te ves bonita. Si quieres podríamos aprovechar la ocasión para rememorar viejas experiencias.
Claudia cerró los ojos para...