Ciencia y política alejo vidal
Muy buenos días a todos Sean mis primeras palabras para agradecer la amable invitación de la Universidad de Cádiz a través de Mª Teresa Giménez Barbat a participar en estas jornadas sobre el Cincuentenario del libro de Charles Percy Snow Las dos culturas y la revolución científica. Salgo de una campaña electoral en la que he sido candidato por tercera vez a un escaño en el Parlamento Europeo y por tanto mi presencia hoy aquí va a tener sin duda efectos terapéuticos en la medida en que me ha obligado a pensar mientras preparaba lo que me dispongo a decir, reparando así parcialmente los estragos provocados en mi cerebro por las semanas precedentes dedicadas a ganar votos y no sabiduría. Mi sincero reconocimiento por ello. Siempre que me encuentro frente a una audiencia a la que se supone debo trasladar algo interesante, ameno o instructivo, y me he visto en semejante situación miles de veces, tanto debido a mi actividad docente durante dos décadas como a la política los veinte años siguientes, me pregunto qué se espera de mí. Hay ocasiones en que la respuesta es fácil. Si uno se dispone a dar una clase sobre la dinámica del sólido rígido, sobre el modelo de capas de la estructura del núcleo atómico o sobre la espectrometría de rayos gamma con detectores de semiconductor, está claro que la explicación ha de de dejar satisfechos a los alumnos en cuanto a su mejora del conocimiento de tales cuestiones. Si de lo que se trata es de pronunciar una conferencia sobre multiculturalismo y pluralismo, es obvio que se debe proceder a definir estos conceptos para pasar a continuación a exponer las consecuencias de un enfoque multiculturalista o pluralista en la convivencia de la gente que vive en sociedades étnicamente y culturalmente heterogéneas, y si se comparece ante un
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público de correligionarios en un mitin electoral el objetivo es provocar en ellos un estado de adhesión fervorosa mediante recursos retóricos efectistas emocionalmente cautivadores. He de confesar que he dedicado algún tiempo a decidir cuál iba a ser el contenido de mi intervención esta mañana porque de entrada no estaban claros ni su alcance ni su orientación. El título de la sesión, “Científicos en política” no ayudaba mucho y por consiguiente no he tenido más remedio para resolver este interrogante que recurrir al método científico y he formulado una hipótesis: lo que se me pide en esta ocasión es que exponga ante un público fundamentalmente académico cultivador de la historia de la ciencia, la epistemología, el periodismo científico y otras disciplinas afines o conexas, mi experiencia personal en relación a la posible influencia de mi formación y trayectoria previas como investigador en una ciencia de las llamadas “duras” en mi ejecutoria política posterior; eso por una parte, y, por otra, mis reflexiones propias, en términos más abstractos, sobre en qué forma las categorías mentales y los métodos característicos de las ciencias matemáticas o de la naturaleza pueden influir en las actitudes y tomas de posición de políticos que proceden de este mundo y no del derecho, de las ciencias sociales, del activismo sindical, de la empresa, del ámbito de las profesiones liberales o de la incorporación a la burocracia de partido desde la primera juventud. En otras palabras, si existen momentos en los que ante una decisión ...
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