Comer frutas
En esta sencillez argumental reside el encanto del libro, pues permitea su autor diseccionar el mapa humano de esperanzas y autoengaños, amén de una visión precisa pero sutil del dolor provocado por la muerte de un familiar cercano, en este caso el hijo del coronel y,por ende, de la muerte misma.
Las reflexiones y las evocaciones que van jalonándose en el tranquilo pero inexorable paso de la novela, constituyen verdaderas joyas de sabiduría y de buen hacerliterario. Con un estilo menos sudamericano que en otras obras (en cuanto a dulcificado se refiere), las páginas van trascurriendo como las aguas de un río manso pero imparable. García Márquez, es, sinduda, uno de los tipos que más y mejores historias cuenta, el premio Nóbel es buen testimonio de ello. Y no sólo eso, es un analista del alma humana en su vertiente más noble, digna. De este valor tambiéntrata la novela, de cómo no perderla aunque todo conduzca a ello.
En un parangón cervantino, es encomiable el rol sanchopancesco de la mujer del coronel, verdadero contrapunto de sentido común alidealismo desencantado de éste.
Se hallan reflejadas en este personaje las dotes de retratista del alma del autor, la mujer adquiere cuerpo ante los ojos de cualquier lector que se precie. No menosimponente es al construcción del personaje del coronel, difuminándose, porque así lo requiere la historia, hacía el final del libro. Incluso el hijo, reconstruido en el recuerdo, esa presencia ausentecomo Pepe el romano en la Casa de Bernarda Alba de Lorca, adquiere esa corporeidad que da el oficio y el talento cuando van a una. Su reencarnación, por así decirlo, en un gallo de pelea es, en este...
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