Cuento

Hace no muchos años, en una tarde gris de febrero, Juan Pablo caminaba lentamente por la calle sin rumbo definido. Iba solo, simplemente pensando en todas las cosas que habían sucedido en suvida las últimas semanas. De repente, empezó a caer una fuerte lluvia, las gotas de agua se estrellaban contra su frente, así que no le quedo más opción que interrumpir sus pensamientos yrefugiarse en un pequeño bar cercano donde lo conocían perfectamente. Era un cliente habitual como muchos otros, pero se hacía notar por su inusual apariencia y extraño comportamiento. Juan PabloArango tenía 27 años, pero aparentaba ser mayor debido a su seriedad, su amargura y su silencio constante. No tenía muchos amigos, y no le gustaba estar con su familia; era un hombre solitario.Su celular sonó, contestó inmediatamente, las únicas palabras que pronunció fueron: -“Ya voy para allá”, termino su vaso de whisky, dejó el dinero en la barra y apresuradamente salió del lugar,aunque esta vez sin importarle la lluvia que no había cesado. Caminó hacia la avenida, la cual estaba a 15 minutos del bar, se subió a un bus de servicio público que se dirigía hacia el centrode la ciudad. En el camino, muchas personas subieron, entre ellas un hombre joven, alto y de piel oscura que se sentó en la silla contigua a la de Juan Pablo. La reacción de este último ante lasituación fue totalmente extraña. Se apartó lo más que pudo y después de un rato se tapó la nariz con una bufanda que llevaba puesta; fue completamente evidente que la presencia de este hombrejunto a él le molestaba. Le disgustaba tanto que se levantó de la silla y prefirió irse de pie, pero lejos de este sujeto.
Después de una hora y media el bus llegó al lugar al que JuanPablo se dirigía, se bajó, cruzo la calle, y tocó a una gran puerta.
-“¡Juan!”, alguien dijo efusivamente al abrir la puerta. Era Esteban, un primo de Juan Pablo, quien tenía solamente 15 años.