Cuentos
Por un camino ancho transitaban tres brujas. La que venía a la izquierda era gorda y pajosa, cojeaba de las dos piernas y sus tetas parecían salírsele de la blusa quellevaba cogida por unos tirantes que casi reventaban por la pesadez de sus calabazas. La bruja que venía a la derecha apenas tenía pelos en la cabeza, era escuálida y gris. De tan vieja, los pliegues de lacara y del cuello le colgaban hasta las clavículas. Pliegues que se movían, abanicándola del calor infernal que hacía en aquel camino tan ancho y polvoriento.
La del medio, sin embargo, noparecía una bruja. Todo lo contrario. Como era muy joven supuse que era la víctima inocente de aquellas malvadas hechiceras. Cuando las vi me eché a un lado. Me escondí primero detrás de un tronco deguayacán y luego me agaché tapándome entre unas guazábaras. Asustado esperé que no me vieran. Pero me vieron. Me vieron y, lo que es peor, me llamaron. Yo, que le traía a mi madre un bulto con pájarosmareados, eché hacia atrás tres pasos, para que no me los robaran. La de las tetas grandes insistió, mirándome fijamente y acercándose, se bajó un poco el sostén y me dijo: «Ven... » Repitió: «Ven... yte enseño algo bueno. »
Reculé. Reculé otros tres pasos y vi cómo la de la derecha me hizo señas con la uña negra de un dedo muy largo: «Ven pa’ acá... pa’ que sepas lo que es bueno, muchachón.»Aquella mujer flaca, aunque tenía todos los dientes entrecruzados, le faltaba uno, el del medio. Y por ese hueco sucio entraba y salía una lengüita rápida que silbaba como culebra. Pero su voz no. Suvoz era de chicharra y me encogía los nervios y las rodillas hasta dejarme paralizado al oírla acercándose a mí con su uña sucia y sus jardines colgantes.
Pero entonces la muchacha del mediolas apartó y abriendo los brazos me dijo: «Ven». Era alta, tenía los dientes parejos y la sonrisa se parecía a la de la virgen de la capilla, cuando el arcángel Gabriel le anunciaba lo del parto....
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