De quienes inventarn la democracia y la tragedia
Robert Legros ha formulado una pequeña pero significativa ecuación que parte de un recordatorio casi perogrullesco pero vital. En la antigüedad no se era necesariamente ciudadano, la ciudadanía podía ser un premio, una dádiva o una recompensa. Hoy en día no, hoy se nace ciudadano simplemente por pertenecer algénero humano. Ciudadanía y humanidad van juntas. De allí Alain Finkielkraut ha extraído una clara conclusión: la soberanía no radica en el pueblo. De esta manera, si se tiene conocimiento de la más moderna filosofía política, no es propio hablar de “pueblo soberano”. La soberanía radica en el hombre, es decir, en el ciudadano que tiene esa condición precisamente por humano. De esta manera, si lamayoría viola los derechos de un ciudadano estaría cometiendo un crimen y ser mayoría no la dota de impunidad. En otras palabras, ese concepto viejo de dotar al pueblo de soberanía es lo que ha abierto las puertas de las dictaduras. Ahora bien, ¿quién ejerce la soberanía? La ejerce el pueblo en nombre de la humanidad. Es bueno recordar que las tiranías de la mayoría pueden ser más crueles que las deun tirano en solitario, aunque, en verdad, no existe ninguno que no haya dicho que ejerce el poder en nombre de una inmensa mayoría que lo respalda, desde Stalin hasta Milosevic o Fujimori. La democracia trágica lo permite, la democracia es una constante duda, mientras las tiranías no tienen ninguna. Como lo asegura Finkielkraut “no se puede conferir al pueblo el poder de hacer cualquier cosa”. Sila mayoría se suma en una dirección incompatible con la esencia democrática la democracia ha consumado su tragedia. La “soberanía popular” pasa a ser un slogan ideológico sacrificado y sin valor. En otras palabras, la voluntad popular bien puede no ser democrática. Eso sucede, según la filósofa Hannah Arend, porque los pueblos a veces se convierten en chusma y lo hacen por una simple razón, lamuerte de la cultura. Veamos bien que no hay régimen sospechoso que ame la cultura, aunque se llene la boca con ella.
La democracia es trágica porque tiene elecciones y la verdadera pregunta que se formula cada vez que se convoca al pueblo a las urnas es si quiere seguir viviendo en democracia. Los déspotas convocan plebiscitos amañados para preguntar si se quiere seguir bajo su control.En la democracia, el “pueblo soberano” bien puede decidir que quiere vivir en dictadura, por diversas y variadas razones, porque en la democracia no ha encontrado seguridad, ni eficacia ni resolución del conflicto.
Si recordamos un poco las bases de este sistema trágico, podremos ver que democracia es una administración de los intereses encontrados. La democracia es mediación ycuando no se media, cuando no se respetan las reglas que permiten la sana administración de las contradicciones, pues comiéncese a llamar a ese régimen como sea, pero no democrático. De esta manera, en sentido estricto, no puede haber una “revolución democrática”, lo que no pasa de ser otra frase populista, puesto que se trata de una democracia o de una revolución, términos antitéticos. Uno puede leera todos los grandes pensadores sobre el tema, desde Tocqueville hasta el contemporáneo Finkielkraut y no otra conclusión puede sacar de las ciencias políticas.
Mucho se ha escrito sobre la decepción de la democracia que sufren los pueblos por su supuesta incapacidad por resolver los problemas, en esta parte nuestra del mundo los eternos, la pobreza, la falta de educación o la...
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