Del Chocolate Al Cacao

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Presentación
Gastón García Cantú

Conforme al destino de los pueblos colonizados, el nuestro no tiene memoria de los hechos singulares de su historia, de ahí que sea posib1e e1 asombro ante lo que se difunde como conquista cultural de otras naciones o la incredulidad cuando alguien afirma que ha sido trascendente lo que México diera a la civilización.
No es frecuente, en las historias de lacolonización de nuestro país, conocer e1 reverso de la devastación y 1a guerra: los alimentos, la medición del tiempo a partir del invento del cero, el minucioso trazo de Mesoamérica o la prodigiosa escultura de hombres y dioses, porque fue un conocimiento velado para que el poder se cimentara sobre la servidumbre.
Un libro como el que tiene e1 lector en sus manos recobra el entendimiento de loque es nuestro país, evocado en una sola planta consagrada como alimento para el goce de los sentidos.
No sólo se trata, con otros cultivos prodigiosos, de una de las aportaciones origina­les a la cultura de las naciones, sino de la reve1ación de como los mexicanos fundadores adquirieron por sí mismos su espiritualidad en el conocimiento de la tierra y el cielo con la intuición de lo sagrado.Conocimiento que después de quinientos años no hemos concluido. De ahí que una obra precisa y noble, como la escrita por Ana M. de Benítez, contenga el itinerario que confirma lo dicho por Alfonso Caso: "... nunca México, ni en su vida colonial, ni en los cortos años de su vida independiente, ha entregado a.la cultura universal invenciones o descubrimientos que por su cantidad y por su calidadpuedan compararse, ni siquiera 'lejanamente, con las invenciones y los descubrimientos que entregó el México prehispánico."
La afirmación de Alfonso Caso es el principio omitido de lo que fueron los antiguos pueblos de nuestro país. Es verdad: el México colonial, independiente y contemporáneo, no ha dado al mundo aportaciones culturales como las del México original, lo que indica que e1 conocimientode ese pasado debía ser la premisa de 1a cual debía partir e1 respeto a las co­munidades indígenas; no sólo destruidas en la conquista sino sometidas en la colonización por la esclavitud que Hidalgo propuso abolir con la Independencia.

La consideración emotiva de que las comunidades indígenas se deben preservar no considera sus aportaciones a la cultura universal, de ahí que esa solidaridadcarezca del motive histórico de su excepcional obra y, por tanto, del derecho indiscutible a ser respetadas.
Comunidades que en la vastedad de Mesoamérica lograron en siglos inventar nuevos cultivos, conceptuar el curso de los planetas y crear el cero para fijar el paso de su existencia; el cero, la falla esencial de 1a cultura romana; e1 cero, complemento de la astronomía prehis­pánica y signo de sucapacidad intelectual frente a los enigmas de la naturaleza.
No sólo fue el cacao y el fruto de su cultivo y provecho, el chocolate, sino el maíz, el chile, el henequén, el hule, el guayule, la papa -también peruana- y el tabaco. Bastaría de esa lista desprender 1a utilidad de una de ellas· para advertir la trascendencia de la cultura de la tierra de los indios de México.


La leyenda delchocolate




















Quetzalcóatl, el primero entre los dioses, dios del viento y sacerdote por excelencia, el héroe que enseña a los hombres la agricultura, la industria y el arte, primero les dio el maíz y como ultimo regalo el cacao.










"Escrito esta en el Tonalámatl, el libro de los augurios de los sacerdotes de la diosa Xochiquetzal, la historia de cuando los dioses, compadecidosde los trabajos que pasaba el pueblo tolteca, resolvieron que uno bajara a la Tierra para ayudarles, enseñándoles las ciencias y las artes. Decidieron que fuera Quetzalcóatl, que hacía tiempo se empeñaba en ayudar a los toltecas, quien tomara forma humana y descendiera sobre Tollan, la ciudad de los hombres buenos y traba­jadores. Y así se hizo."
Quetzalcóatl descendió por un rayo de la estrella...