Del nicho al hecho

Del nicho al hecho
Una mirada hacia los dos entes docentes.
Tanto si preguntásemos a un grupo numeroso de personas de las más diversas profesiones, edades y estratos sociales, como si lo hiciésemos a un grupo específicamente de docentes, sobre la concepción que cada cual tiene sobre lo que es un maestro, seguramente en un porcentaje mayoritario habrá concordancia en una figura magisterialtendiente a la idealización, al mesianismo, al heroísmo sin límites, a la expresión encarnada del amor ágape1; y esto muy probablemente debido a la tipificación institucionalizada socialmente o estereotipada por los paradigmas que determinan el pensamiento actual. Aunque también cabe la posibilidad de encontrar opiniones radicalmente contrarias, alimentadas por las amarillistas notas periodísticas que“descubren” la otra cara de los maestros: aquel gremio de flojos, irresponsables, alborotadores, aprovechados, corruptos, etc., adjetivos logrados justa mas no sindicalmente (¿o tal vez por ese medio?) puesto que se los han ganado a pulso con su actuación. Desde estos referentes es posible distinguir tanto las expectativas que se tiene sobre la profesión docente como los límites a los que está sujetoy que de ningún modo le es permitido transgredir, pero también importante será señalar que en buena medida son los utilizados por la gente común2 para evaluar su desempeño. Probablemente muy pocos (¿alguien?) tendrán una idea del maestro como una persona más que busca integrar su intelecto, su pasión, sus necesidades, sus anhelos o sueños, sus debilidades y fortalezas, un ser humano que desempeñauna labor tan importante y digna como cualquier otra. Pero… ¿no es acaso algo normal en todas las profesiones, oficios, empleos, en que nos desenvolvemos los miembros de la sociedad? ¿dónde se ha perdido la humanidad de quienes desempeñan esas labores? ¿dónde están los humanos?
Inmersos más que solamente implicados en el ámbito de investigación educativa, parece necesario enfatizar precisamente aese sector privilegiado en la educación, los maestros. Por tanto, aunque conscientes de que la situación mundial evidencia una deshumanización generalizada, intentaremos entablar un diálogo o ejercicio dialógico, epistémico o tal vez crítico3 entre: problemas de la profesión o de las profesiones desde (Peinado 2007)(ya abordado), el mundo interno y externo del sujeto desde (Fromm 1996),discordancia entre pensar y ser a partir de (Maffesoli 2009), y finalmente patologías o normalidades actuales4basado en (Ehrenberg 2000); dos entes del docente.
Retomando la dinámica de reflexión, cobra importancia tomar en cuenta (no como únicos elementos) tanto los paradigmas como las tendencias hegemónicas que modulan nuestro pensamiento, es decir, lo externo y lo interno del sujeto; desde lo internoen la necesidad de relacionarse (simbiosis o amor), de arraigo (deseos de regresar o de nacer), de trascender (creando o aniquilando), de identidad (individualidad o conformismo) y la necesidad de un marco de orientación o adhesión (racional o irracional); necesidades que se encuentran instaladas tanto natural como socialmente; unas y otras son fijadas por el carácter social e individual, peroaunque pareciera contradictorio al pensamiento común, éstas requieren de una subordinación a las necesidades de especie, de comunidad y de biósfera (en tanto son indispensables para la supervivencia). Cierto que en su mayoría estas necesidades son transmitidas o forjadas tradicionalmente “El carácter de los padres, las ideas, los libros, la escuela, etc., producen el rasgo de carácter tradicional,y éste se adecua a la necesidad de la sociedad” (generalizadas y luego institucionalizadas), pero también que no siempre responden a la realidad contextual y por tanto, al haber una disparidad entre las teorías sobre la realidad y la realidad misma, se presentan conflictos tanto en el pensamiento individual como en el colectivo o social; hay entonces diferencias medulares entre lo instalado...