Descubriendo la vida

DESCUBRIENDO LA VIDA

José Manuel Ávila Lepe

Otoño 2004

Aún persistía la sensación de angustia por no saber donde estaba, el hecho de tener compañía tan diferente, me hacía sentir indefenso. El dolor de espalda aunque molesto me permitía moverme con ciertas dificultades, pero apoyado en algún soporte se hacía más tolerante y me permitía desplazarme por esa choza, que aunque limpia yordenada, no contaba con lo básico para sentir que estaba en algún lugar civilizado. La luz del aparato a base de petróleo, creaba en la penumbra, más sombras que iluminación, y por primera vez en mucho tiempo, sentí temor, temor a lo desconocido, a lo no vivido con anterioridad, temor a no tener el acostumbrado control de las situaciones.
El hombre que me causaba esa sensación mezcla deincertidumbre y ansiedad, se movió despacio, como un fantasma, casi puedo decir que no producía ningún ruido, tomo la silla más cercana a la rudimentaria puerta de tablas y abriendo esta, salió al cobertizo cubierto de hojas, que protegía la entrada. La lluvia, que tenía escasos minutos, arreciaba entre los mensajes de relámpagos de todos lados y estremecimientos de mi cuerpo al replique de todos ellos,anunciaban una pequeña tempestad en lo alto de aquella desconocida región, apartada de Díos y de los hombres de hoy. Volteó la cara llena de secas arrugas y me invitó sin hablar a salir con él. No pude resistir el encanto que producía el hecho que alguien que tenía tan poco, pudiera, con una simple mirada, convencerme de hacer algo no pensado ni razonado, salir a esa tormenta a salpicarme los zapatos yla parte baja del pantalón, sin algún sentido.
Durante unos minutos, un total silencio; no podía sustraerme de observarlo, lo veía concentrado, respirando profundamente, gozando el momento y la rabia de no saber que era lo hacia, me enervaba, cuando de pronto, abrió los ojos y volteando me hizo casi brincar de esa silla enclenque tejida de juncos ribereños cuando me pregunto –¿porque perdióusted el olfato? –y no supe realmente a que se refería.
-Nunca lo he perdido –respondí a la defensiva- ¿por qué dice usted eso?
-Porque percibo, que usted no ha apreciado el valor del aroma que produce la tierra con las lágrimas del Señor.
-No entiendo –dije a la defensiva- a que se refiere usted.
-No hay un olor tan puro, como el de la tierra mojada, en las primeras tormentas de la temporada –mecontestó sin siquiera mirarme.
En ese momento, olvidé donde estaba y como un ovejero, aspiré y entendí a que se refería. Como hacía mucho tiempo no lo hacía, me deje llevar por la no supe que fue, sugerencia, orden o petición, y sentí el golpe en la parte más profunda de mi cerebro, de ese olor, que desde niño no disfrutaba, libre de las complicaciones en que se había convertido mi vida. Fueregresar a algo, que pensé ya no tendría. Cerré los ojos y deje volar un momento mis recuerdos, cual si fuera una cometa, sentí que la cuerda tensaba y pedía más, y en ese momento, pedí volar. El recordar mi primera salida de la ciudad a un campamento que habían organizado los padres de familia del grupo de primaria de las escuela, a un lago, donde nunca nos pudimos bañar, porque la lluvia se habíaencargado de quitarnos esa oportunidad y dejarnos encerrados en unas tiendas de campaña que todavía olían a nuevas, y donde a los pocos minutos se impregnó de ese aroma tan peculiar, hizo que pasaran los minutos sin sentir.
-Debe usted tener hambre –me preguntó con una voz que apenas oí dentro de mi vuelo, poniendo una mesa tan rústica que pensé no podía soportar el plato cuando lo puso frente ami.
Reconociendo mi estómago la necesidad de alimento, puesto que ya casi llegaba a un día sin probar bocado -Gracias –dije de modo cortado al ver el plato de verduras en un caldo incoloro, bastante diferente de la comida a la que normalmente estaba acostumbrado, sin alguna decoración y la cual en lugar de vajilla, era servida en un plato de aluminio más golpeado que un servidor, después de...