diseño ontologico

Páginas: 264 (65783 palabras) Publicado: 25 de junio de 2014
Daniel Quinn

Ismael
Daniel Quinn

-1-

Daniel Quinn

Gracias Milu, por las traducciones,
y por todo lo demás…

-2-

Daniel Quinn

Capítulo

UNO

-3-

Daniel Quinn

1
La primera vez que leí el anuncio, casi me atraganté, dije un taco,
escupí y lancé el periódico al suelo. Como aquello no me pareció suficiente,
lo cogí rápidamente, me fui derecho a la cocina y lo tiréal cubo de la basura.
Mientras estaba allí, me preparé un pequeño desayuno y me di un poco de
tiempo para calmarme. Mientras comía, pensé en cosas completamente
distintas. Mucho mejor. Luego recogí el periódico de la basura y volví a la
sección "personales" para ver si aquella chorrada seguía aún allí, tal y como la
recordaba. Decía lo siguiente:

MAESTRO busca alumno.
Ha de tenerverdadero deseo de salvar el mundo.
Presentarse personalmente.
¡Un verdadero deseo de salvar el mundo!. Ya, qué bonito. Realmente
interesante. Un verdadero deseo de salvar el mundo. Sí, realmente
espléndido. A mediodía, doscientos capullos, tontos, bobos, simplones,
cabezas de chorlito, ceporros, débiles mentales y besugos harían cola con
toda seguridad a la puerta de la dirección indicada,dispuestos a entregar
todos sus bienes terrenales a cambio del raro privilegio de sentarse a los pies
de un gurú, cuyo mensaje sería que todo iría mucho mejor si cada cual se
volviera hacia su prójimo y le diese un abrazo.

-4-

Daniel Quinn

Y alguien se preguntará: ¿por qué está tan indignado este hombre? ¿Tan
enfadado? Buena pregunta. En realidad, es una pregunta que yo me estaba
haciendotambién.
La respuesta se remonta a hace un par de décadas, una época en la
que tuve la tonta idea de que lo que más necesitaba en este mundo era...
encontrar un maestro. Cierto. Yo imaginaba que quería, que necesitaba un
maestro. Para que me dijera cómo se podía... salvar el mundo.
Una estupidez, ¿no? Una chiquillada. Una ingenuidad. Una simpleza. Una falta
de madurez. O, si se quiere, unasandez por los cuatro costados. En una
persona tan manifiestamente normal en otros aspectos, parece necesaria una
explicación.
Así se desarrollaron las cosas.
Durante la revuelta de los sesenta y los setenta, yo era ya
suficientemente maduro para comprender qué era lo que tenían en la cabeza
aquellos chavales —poner el mundo patas arriba— y suficientemente joven
para creer que podríanconseguirlo. De verdad. Todas las mañanas, al abrir
los ojos, esperaba ver que había comenzado la nueva era, que el cielo era
más azul y la hierba más verde. Esperaba oír risas por doquier y ver a la gente
bailando en la calle, y no sólo los niños: ¡todo el mundo! No voy a
disculparme por mi candidez; no hay más que oír las canciones de entonces
para saber que yo no estaba solo.
Luego, un buendía, cuando debía de tener unos quince años, me
desperté y me di cuenta de que la nueva era no iba a empezar nunca. La
revuelta no había sido sofocada, se había ido sutilizando hasta convertirse en
una consigna a la moda. ¿Es posible que yo fuera el único en el mundo que se
había sentido frustrado por eso? ¿El único desconcertado? Eso parecía. Todo el
mundo parecía de acuerdo en despachar elasunto con una sonrisita cínica,
como diciendo: "Bueno, ¿y qué te esperabas? Es lo que hay, y nunca ha habido
más que eso. Nadie va a salvar el mundo, pues a nadie le importa un comino
el mundo. No es más que una panda de niños mentecatos con mucho

-5-

Daniel Quinn

blablablá. Consiguen un puesto de trabajo, hacen un poco de dinero, trabajan
hasta los sesenta y se mudan a Florida paramorirse allí".
Yo no podía encogerme de hombros simplemente y, en mi inocencia,
pensé que tenía que haber por ahí alguien con una sabiduría especial capaz
de disipar mi desencanto y desazón: un maestro.
Pero estaba claro que no lo había.
Yo no quería un gurú ni un maestro de kung-fu ni un director espiritual.
Yo no quería convertirme en un brujo, aprender el zen del tiro con arco,
hacer...
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