Dona Barbara
La Dañera y su sombra
En la noche al dirigirse a la cocina para prepararle la comida Santos, ya al entrar, Marisela que la india Eufracia le decía a Casilda:
Eufrasia: ¿Paraqué iba a ser, pues, ese empeño de Juan Primito en que el doctor Luzardo se dejara medir, a quien puede interesarle esa medida si no es a Doña Bárbara, que es voz corriente que se ha enamorado deldoctor?
Casilda: ¿Y tú crees eso de la medida?
Eufracia: ¿Que si creo? ¿Acaso no he visto pruebas? Mujer que se amarre en la cintura la medida de un hombre, hace con él lo que quiera. A Dominguito,el de Chicuacal, lo amarró la india Justina y lo puso nefato. En una cabuya le cogió la estatura y se la amarró a la pretina. ¡Y se acabó Dominguito!
Casilda: ¡Mujer! Y si tú crees eso, ¿cómo no ledijiste al doctor que no se dejara medir por Juan Primito?
Eufrasia: Sí, lo pensé; pero como el doctor no cree en esas cosas y estaba tan divertido con los disparates del bobo, no me atreví. Miidea era quitarle a Juan Primito la cabuya, pero me echó tierra en los ojos, como dicen, y cuando fui a buscarlo, ¡ni el polvo! Lejos debe de ir ya, aunque eso fue ahorita. Porque cuando él dice acaminar, no hay quien lo siga.
Aquello era de lo más burdo y primitivo que en materia de superstición pudiera darse; pero Marisela se estremeció al oírlo.
Marisela: ¿La devoradora está enamoradade Santos? –Debo impedir que esa bruja le haga daño a Santos (Dando pasos por todo el corredor)
En esto vio llegar a Pajarote. Le salió al encuentro preguntándole:
Marisela: ¿No ha visto por elcamino a Juan Primito?
Pajarote: Me crucé con él más allá del alcornocal. Ya debe de estar llegando a El Miedo, porque iba como alma que lleva el diablo.
Marisela: Necesito ir ahora mismo aEl Miedo. ¿Quiere acompañarme?
Pajarote: ¿Y el doctor? - ¿No está aquí?
Marisela: Sí. En la casa está. Pero él no debe saberlo. Me iré escondida. Ensílleme la Catira sin que nadie se dé...
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