economía

Una confesión antes de lo venidero: me caga de miedo escribir. Y me es aún menos placentero que leer. Tal vez la falta de talento es menos grave en un escritor que la carencia del deseo de escribir, pero es que escribir es otra forma de decir sufrimiento; o sea que desear, sufrir y escribir vienen a ser lo mismo. Leer es otra cosa, sin embargo. No niego que haya libros que conmuevan hasta lamédula seca de un oficinista mediocre o que nos hagan andar el pensamiento como con rabia u otros que son los mismísimos manifiestos satánicos que invitan a dar un paseo ojos abiertos por ese paraíso de mierda y roca ardiente que se llama mundo (y que algunos cobardes astutos llaman infierno o cielo) y algunos libros más, los menos para ser sinceros, que llevan entre líneas la medicina que necesita elhombre para superar al hombre. Leer puede ser la más peligrosa actividad pero conserva el fuego que prende en todos. Y sin embargo, por esa característica ígnea, común a todos aunque dormida, en el acto de lectura nunca se está sólo: se nace al tiempo, con el baile de los ojos, y al ritmo del pensamiento, que convierte en imágenes intelectuales lo que en principio es placer puro, con el tiempo yel ritmo de quien nos habla. Es decir, otro nos crea como lectores, alguien que sabe más de nosotros que nosotros mismos. Aunque decir “alguien otro” es peligrosamente reduccionista, nos lleva a pensar tan sólo en un ser humano escritor que se encuentra detrás de las palabras. Sin negar este hecho obvio quiero pensar que los lectores sinceros estarán de acuerdo si piensan en alguna lectura queles ha arrebatado el tiempo (en ninguna otra actividad es tan atinado esto de pedir el tiempo) que lo que les habló más que un autor es una proyección en negativo de ustedes mismos, una parte que nunca han visto y que les pertenece. Tal vez ese abismo que nos refleja el texto adquiere el tono de la mirada del padre, o el color de la caricia esperada, la crueldad que despreciamos y tanto anhelamos, oquizá a ese susurro le llamemos lluvia, dios o furias, no importa. Tan sólo nos interesa la acogida que la mirada nos revela, sea cual sea el la casa que encontremos. O tal vez no sea una casa sino un palacio pero también una simple cocina o un sótano. Sin embargo allí estamos, mientras dure el acto de leer, con aquello que nos ha descubierto y que nos invita a colonizarlo. Nunca se está sólocuando se está en casa. Leer es el anverso de la muerte.
Escribir es otra manifestación del acto nihilista por excelencia del hombre: desear. Frente al papel o la pantalla nos asalta la nada. Quedamos aislados, encerrados en nuestras patéticas ideas, mal imitando el gesto de la creación. Y ante ese espacio vaciado de estrellas alzamos la mano para poner el brillo propio. Jamás nos acostumbraremos ala oscuridad por eso siempre habrá escritura. Somos seres de luces, maldita sea. Nos ciegan, nos queman, nos idiotizan el ser y amalaman amorando la razón porque no hemos hecho hablar al corazón de la noche. Por eso escribimos, porque siempre balbuceamos un canto sin espesura, una nota invidente para un sordo que ha desaparecido, y tenemos la esperanza de ser escuchados, entendidos. Si alguna vezhubo esperanza se perdió con la inocencia. Nacer es desvirgarse. Desde que somos culpables de existir, siempre mantenidos en la violación perpetua, en la siempre orgiástica tentación de seguir vivos, necesitamos justificarnos. Por voluntad propia no podríamos dar un paso si este no encuentra un respaldo siempre demasiado humano, siempre tan estrecho pero atiborrado de defensas. No es necesariauna teodicea para respaldar lo humano, una pizca de moral es suficiente, un simple argumento basta. Para eso escribir: para dar un alegato al hombre en su paso por la tierra. Y por eso habrá escritura mientras haya humanos porque intuimos que perdemos, que siempre hemos perdido y seguiremos fracasando frente al silencio enorme del mundo; porque sabemos que antes de nosotros había algo, que...