educacion superior
Es evidente que la cultura acadé¬mica atraviesa una crisis de carác¬ter global, donde el aula tradicio¬nal se ha visto desbordada por la revolución tecnológica de las úl¬timas dos décadas.
Una de las grandes tareas que se erigen hoy en el panorama nacio¬nal es la reforma de la Educación Superior, acción postergada desde la masificación escolar, hace ya unascuantas décadas.
Mucho se habla -desde hace años-, pero sobre todo se critican políticas oficiales. Es más fácil y, sobre todo, menos comprometedor.
La pregunta es obvia: ¿qué cla¬se de profesionales universitarios estamos produciendo? ¿Están pre¬parados para enfrentarse con la rea¬lidad de un país en crisis? ¿Sirven para el desarrollo que el país re¬quiere? ¿Están a tono con el mun¬do dehoy?
El balance de los especialistas deja en claro que estamos en crisis (aunque quizá no hiciera falta ser experto para realizar este diagnós¬tico) y que hasta el momento se han sumado, durante décadas, so¬lamente correctivos, que a larga in¬clusivo han sido contraproducen¬tes o involutivos.
Sin dudas, la realidad y la ur¬gencia por construir un país obli¬gan a asumir la tarea de definirpolíticas para un sector altamente vulnerable y sensible de nuestro componente social.
Hasta hoy, la educación superior se ha debatido en Venezuela entre el abandono de sus obligaciones por parte del Estado y la acción competitiva y mercantil del sector privado, simbolizada en un título, que deja muy poco espacio para alcanzar el saber, la enseñanza y el conocimiento pleno.
Muchas veces lacultura acadé¬mica ha quedado sepultada en la llamada subcultura burocrática. Y no hablamos solamente de los al¬tos funcionarios, sino de las pro¬pias estructuras anquilosadas del modelo existente, que integran no sólo los docentes, sino también los investigadores, los empleados y obreros de nuestra llamada educa¬ción superior, convirtiendo al es¬tudiante en un ente pasivo en su propio proceso deformación, anu¬lándole cualquier iniciativa, inclusive para el uso de su tiempo libre.
El Estado venezolano no ha abordado nunca el problema que significa educar a la población para disfrutar su tiempo de ocio de manera positiva y proactiva, y abandonó el logro de los objeti¬vos sociales a la industria cultural privada, cada vez más trasculturizadora y globalizante.
En los años 60 y 70, losacadé¬micos tenían opinión sobre casi todo lo que ocurría en el mundo. Luego se fueron replegando en cargos burocráticos, en parcelas de investigación, en sus clases, y de¬jaron la cosa pública en manos y -sobre todo- en boca de políticos, que reivindicaron su potencial de ser los únicos profesionales de la palabra con derecho a dar versio¬nes y visiones del país.
Se separó artifical eintenciona¬damente la llamada educación cul¬ta de la educación popular. La edu¬cación es también una preparación para la vida en colectivo. Se obvió la formación de profesionales que entiendan y compartan el proyec¬to de país que se quiere lograr.
Muchas veces el alto nivel aca¬démico de los docentes -apenas evidente en las estadísticas- que¬da sepultado por la falta de cohe¬rencia con el país real y laobsolecencia de un modelo edu¬cativo, que llama a gritos a una re¬forma.
Muchos le temen a la palabra reforma. En América Latina los cambios en el ámbito universita¬rio casi siempre vinieron acompa¬ñados de movimientos revolucio¬narios (recordar Córdoba 1918). Hoy debemos mirar, también, a esta España que se opuso y blo¬queó un modelo conservador y exclusionista, muy similar a algu¬nos que seintentan desarrollar no lejos de nuestras propias narices.
Esta tarea -la reforma- requiere un esfuerzo colectivo y un espa¬cio democrático y participativo que pueda vencer los abismos y las desproporciones entre las con¬diciones de acceso y la calidad de la educación, entre los planes de financiamiento y los recursos dis-ponibles, entre planificación y ex¬clusión social, y entre democracia,...
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