El abismo
Páginas: 10 (2475 palabras)
Publicado: 13 de enero de 2010
El abismo
Es el fin de un ciclo, me digo, contemplando el abismo. Nunca antes me había asomado a él. Sabía que existía, naturalmente, ¿cómo no saberlo? Cualquier persona de este pueblo podría señalar en esta dirección y decir Ahí está el Abismo. Y señalar en cualquier otra, decir lo mismo y no equivocarse. Por lo que sé, vaya uno donde vaya, se topa con él. No. Eso no es cierto. Conozco gentesque han vivido toda la vida sin acercarse a él. El no acercarse al Abismo era, tal vez, la idea central que les guiaba los pasos. Yo cometí la tontería de creer que podía correr libremente y que algo impediría que me acercara a él. Y ahora estoy justamente enfrente. Mi desenvoltura de pasos de fumador de opio se acaba de ir al carajo. En realidad no contemplo el Abismo sino su borde y la lejanía.Del borde puedo decir que es irregular, no parece seguir ningún modelo conocido, lo que lleva a pensar que es natural, esto es, el resultado de seguir leyes físicas claras y conocidas, pero en tan gran número que sería imposible describir todas las circunstancias que se necesitaron para que el Abismo adoptara su forma actual y presente. Claro que también se podría decir que es obra de Dios si estole alegra a usted la vida. Yo me abstendré de preguntarle por qué cree que Él se oculta detrás de una enorme cantidad de conexiones causales, muchas de ellas casi aleatorias e insignificantes. Por ejemplo, la que produjo esa muesca allí. No me mire así. Podríamos llegar a saberlo luego de un estudio exhaustivo si creyéramos que eso nos revelaría algo que fuera de alguna utilidad. Sí, mi amigo,hasta en la ciencia pura existe la relación coste/beneficio. Uno no puede nunca desprenderse de ella. De la lejanía podría decir un montón de cosas brumosas, pues siempre se ve aquello como a través del velo de un sueño, podrían ser suaves colinas con bosques frondosos o pantanos, no hay forma de saberlo. Las nubes siempre lo envuelven todo. Lo cubren y descubren por momentos y cuando uno comienza ahacerse una ídea de lo que hay allá, de pronto todo desaparece y
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cambia de aspecto. Por momentos uno tiene la sensación de estar contemplando el paraíso y al instante siguiente, un leve movimiento de vapores y efectos de luz nos eriza la piel y nos hace creer que presenciamos el instante mismo del nacimiento del infierno. Usted, ahora mismo, cree ver a Diosallá, que nos mira con una sonrisa y me lo señala. Pero yo veo la cabeza de un caballo en ese mismo lugar, aunque, claro está, sé que no existe ningún caballo de ese tamaño y que me basta esperar unos instantes para que cambie completamente de aspecto. De modo que para mí la lejanía es cualquier cosa menos una certeza. Hace ya demasiado tiempo que perdí toda esperanza de alcanzarla. Sé que no hayforma de llegar a ella. Usted me dirá, claro, que cuando muera es allí donde volará mi alma. Que vuele entonces, pero por ahora la tengo firmemente atada a las pelotas que han comenzado a mostrar los primeros signos de senectud y decadencia. Sucedió una mañana de verano, principios de otoño, no puedo fijar con claridad el limite sin un calendario y no poseo ninguno. Colgaba uno de la puerta de lanevera y me miraba cada mañana, impasible. No soy un buen espectáculo en calzoncillos, con el rostro adormilado y sin afeitar. Pero no fue por eso que lo arroje a la basura (mi ex mujer debió verme así un montón de veces y tampoco la arroje a ella a la basura, fue ella quien se marcho sin decir una palabra. Dejo una nota en la mesa. Entonces yo todavía trabajaba. Estaba cansado. La leí. Me dijeque pensaría en ello al ida siguiente pero cuando uno trabaja de la mañana a la noche sintiendo en la nuca la mirada de los supervisores, atentos a cada pequeño movimiento y al menor error, cada noche regresa hecho una piltrafa y deja la nota para releer al día siguiente pues no es una nota baladí, hay que reflexionar sobre ella, he estado casado ininterrumpidamente por diez años y allí se...
Es el fin de un ciclo, me digo, contemplando el abismo. Nunca antes me había asomado a él. Sabía que existía, naturalmente, ¿cómo no saberlo? Cualquier persona de este pueblo podría señalar en esta dirección y decir Ahí está el Abismo. Y señalar en cualquier otra, decir lo mismo y no equivocarse. Por lo que sé, vaya uno donde vaya, se topa con él. No. Eso no es cierto. Conozco gentesque han vivido toda la vida sin acercarse a él. El no acercarse al Abismo era, tal vez, la idea central que les guiaba los pasos. Yo cometí la tontería de creer que podía correr libremente y que algo impediría que me acercara a él. Y ahora estoy justamente enfrente. Mi desenvoltura de pasos de fumador de opio se acaba de ir al carajo. En realidad no contemplo el Abismo sino su borde y la lejanía.Del borde puedo decir que es irregular, no parece seguir ningún modelo conocido, lo que lleva a pensar que es natural, esto es, el resultado de seguir leyes físicas claras y conocidas, pero en tan gran número que sería imposible describir todas las circunstancias que se necesitaron para que el Abismo adoptara su forma actual y presente. Claro que también se podría decir que es obra de Dios si estole alegra a usted la vida. Yo me abstendré de preguntarle por qué cree que Él se oculta detrás de una enorme cantidad de conexiones causales, muchas de ellas casi aleatorias e insignificantes. Por ejemplo, la que produjo esa muesca allí. No me mire así. Podríamos llegar a saberlo luego de un estudio exhaustivo si creyéramos que eso nos revelaría algo que fuera de alguna utilidad. Sí, mi amigo,hasta en la ciencia pura existe la relación coste/beneficio. Uno no puede nunca desprenderse de ella. De la lejanía podría decir un montón de cosas brumosas, pues siempre se ve aquello como a través del velo de un sueño, podrían ser suaves colinas con bosques frondosos o pantanos, no hay forma de saberlo. Las nubes siempre lo envuelven todo. Lo cubren y descubren por momentos y cuando uno comienza ahacerse una ídea de lo que hay allá, de pronto todo desaparece y
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cambia de aspecto. Por momentos uno tiene la sensación de estar contemplando el paraíso y al instante siguiente, un leve movimiento de vapores y efectos de luz nos eriza la piel y nos hace creer que presenciamos el instante mismo del nacimiento del infierno. Usted, ahora mismo, cree ver a Diosallá, que nos mira con una sonrisa y me lo señala. Pero yo veo la cabeza de un caballo en ese mismo lugar, aunque, claro está, sé que no existe ningún caballo de ese tamaño y que me basta esperar unos instantes para que cambie completamente de aspecto. De modo que para mí la lejanía es cualquier cosa menos una certeza. Hace ya demasiado tiempo que perdí toda esperanza de alcanzarla. Sé que no hayforma de llegar a ella. Usted me dirá, claro, que cuando muera es allí donde volará mi alma. Que vuele entonces, pero por ahora la tengo firmemente atada a las pelotas que han comenzado a mostrar los primeros signos de senectud y decadencia. Sucedió una mañana de verano, principios de otoño, no puedo fijar con claridad el limite sin un calendario y no poseo ninguno. Colgaba uno de la puerta de lanevera y me miraba cada mañana, impasible. No soy un buen espectáculo en calzoncillos, con el rostro adormilado y sin afeitar. Pero no fue por eso que lo arroje a la basura (mi ex mujer debió verme así un montón de veces y tampoco la arroje a ella a la basura, fue ella quien se marcho sin decir una palabra. Dejo una nota en la mesa. Entonces yo todavía trabajaba. Estaba cansado. La leí. Me dijeque pensaría en ello al ida siguiente pero cuando uno trabaja de la mañana a la noche sintiendo en la nuca la mirada de los supervisores, atentos a cada pequeño movimiento y al menor error, cada noche regresa hecho una piltrafa y deja la nota para releer al día siguiente pues no es una nota baladí, hay que reflexionar sobre ella, he estado casado ininterrumpidamente por diez años y allí se...
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