El amor de ana.
Comienza otro día para Ana. Con pesada resignación y cierta rebeldía contra la responsabilidad que la caracteriza y que la hace esclava y cobarde, se dispone a dar inicio a la rutina. Abandona la cama y prepara el café, se ducha rápidamente y se enfrenta al disfraz que le corresponde vestir este día. Debe lucir bien, es casi una obligación si quiereeludir comentarios malsanos. Recurre al maquillaje y destaca sus ojos. Sabe bien que ellos la delatan y hace lo posible por encubrirlos entre sombras, iluminadores y alargadores de pestañas. Escoge vestir de negro y calzar altos tacones. Observa en su muñeca el reloj que Marcos le regaló el cumpleaños pasado. Tal como él le pidió, no ha dejado de portarlo desde entonces, más por complacerlo quepor gusto afín, lo reconoce y una sonrisa lastimosa se dibuja en sus labios. Toma el pesado anillo de plata y lo engasta en su dedo, mientras su mente retrocede hasta un pasado reciente. Hay nostalgia por ilusiones que se desvanecieron y que tuvieron que ver con el simbolismo que ella, en su fantasía, le confirió a aquella alhaja que hoy, por costumbre, solo adorna su mano derecha.
- Lucesmuy bella. Comentó Marcos con genuino interés. Ana sonrió sin entusiasmo.
- Estoy lista, podemos irnos cuando quieras.
Tomaron el ascensor en silencio, observando de reojo como sus imágenes eran reflejadas en el espejo. Eran muy distintos: Marcos es un hombre blanco, de cincuenta y tantos años, ojos suaves y claros. Alto, muy alto en realidad. Su estatura alcanza exactos dos metros, esdelgado casi atlético, de elegante e impecable porte; Ana, por su parte, mucho más pequeña, cuenta con figura grácil y piel canela, ojos oscuros y expresivos, cabello en corta melena que prefiere lucir al descuido de sus rizos naturales. Por momentos parece más joven de lo que realmente es, alargando injustamente los veinte años que Marcos le lleva y que ella, no siente reconocer.
- Deja ordenarun poco aquí atrás. Le dice Marcos mientras cariñosamente alisa con sus dedos la enmarañada red que sin dificultad tejen sus cabellos.
- ¡Para ti, solo cuenta la fachada y aquí atrás qué? Insistió.
- ¿Qué? ¡Pues nada! Tú no entiendes Marcos! ¡No es descuido, es mi estilo!
Salieron del ascensor tomados de la mano y riendo divertidos. Se llevaban bien ellos dos. Realmente habíanlogrado construir un mundo aparte, cómplice de sus necesidades y aspiraciones. Se querían. Era evidente.
Trabajaban juntos desde hace poco menos de dos años. Condiciones inesperadas en el entorno laboral de Marcos condicionaron que Ana le ayudara, decidiendo luego de mutuo acuerdo hacer de esa situación transitoria, algo permanente. Marcos es un médico de prestigio y reconocido éxito, al que Ana...
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