El arte de la metafora TED
Jane Hirshfield
Cuando hablamos, a veces decimos cosas de forma directa. “Voy a ir al almacén, vuelvo en cinco minutos”. Otras veces, sin embargo, hablamos de una forma que evoca una pequeña escena: “afuera están lloviendo gatos y perros”, decimos,
o: “estaba esperando que caiga el otro zapato”1.
Las metáforas son una forma para hablar sobre una cosa describiendo otra. Pueden parecer rodeos, pero no lo son.
Viendo, oyendo, y degustando, es como accedemos primero a todo. El filósofo William James describió el mundo de los bebés recién nacidos como una “zumbadora y floreciente confusión”. Las ideas abstractas son cosas pálidas comparadas
con esas abejas y capullos en flor.
Las metáforas piensan con la imaginación y los sentidos. Los chiles picantes en ellas explotan en la boca y en la mente.
También son precisas. En realidad no nos detenemos a pensar en una gota de lluvia del tamaño de un gato o un perro de verdad. Pero ni bien lo hacemos, estamos bastante seguros de que el perro tiene que ser pequeñito, un cocker spaniel, o
un salchicha, no un labrador o un terranova. Creo que un Beagle podría ser algo más acertado.
Una metáfora no es verdadera ni falsa de una forma común. Las metáforas son arte, no ciencia, pero igual pueden
sentirse adecuadas o equívocas. Una metáfora que no es buena lo deja a uno confundido. Sabes qué significa sentirse
como una rueda cuadrada, pero no qué es estar cansado como una ballena.
Hay una paradoja en las metáforas. Casi siempre dicen cosas que no son verdaderas. Si alguien dice “hay un elefante en la habitación”, no hay realmente un elefante, buscando el platito de maní en la mesita.
Las metáforas se meten bajo tu piel atravesando las paredes de la mente lógica. Además, estamos acostumbrados a pensar en imágenes. Cada noche soñamos cosas imposibles. Y al despertar, esa manera de pensar sigue en nosotros.
Nos quitamos los zapatos del sueño y nos abotonamos en nuestras vidas.
...
Regístrate para leer el documento completo.