El cine en la decado del 50
[...] Los hábitos de aquellos años y el retraso y aislamiento de nuestro país tenían como contrapartida que, en los 50, pilláramos muchas películas de los últimos 40, que duraban años en explotación, por lo que, cuando un filme nosapasionaba, terminábamos sabiéndonoslo de memoria. Quizás por eso el arrebato que nos producía una actriz o un actor solía ser fomentado gozosa y dolosamente, y aquellos héroes, fueran protagonistas o no de películas pecaminosas, arrebataban no sólo nuestra admiración, sino un sentimiento de íntima posesión que no creo que se parezca en absoluto a lo que cualquier chaval o chavala pueda sentir ahorapor Kevin Costner o Demi Moore. Debo confesar que una cosa son las películas que a mí me impactaron en aquellos años y otra, muy distinta, las que han pasado a la Historia. Veamos.
En 1950 el Oscar a la mejor película lo ganó Eva al desnudo, de Mankiewicz, quien también obtuvo el del mejor director, y el del mejor guión, El crepúsculo de los dioses, de Wilder. Sin embargo, a mí la que más me gustófue Pánico en las calles, de Kazan, posiblemente por Richard Widmark, y la que recuerdo haber visto más veces, además de coleccionar sus cromos fue Las minas del Rey Salomón, que me pareció un peliculón. Con los años, descubrí El tercer hombre, de C. Reed, y, por supuesto, El crepúsculo de los dioses y William Holden.
El 51 fue glorioso, aunque yo no lo supiera. Mi película preferida, El granCaruso, de Thorpe -protagonizada por Mario Lanza y Ann Blith, con la que, en el mejor de los casos, pretendía parecerme porque mi padre me decía que era una espantosa raspa de sardina-, y Un americano en París, de Minnelli, con Gene Kelly y Leslie Caron, desarrollaron mucho más mi sentido de la fabulación y, desde luego, el musical, que las míticas Un lugar en el sol, de G. Stevens, con MontgomeryClift y Elisabeth Taylor; Un tranvía llamado deseo, de Kazan, con Marlon Brando y Vivien Leigh, o La reina de Africa, de Huston, con Bogart y Hepburn. Está claro que con los años he sentado la cabeza. Insisto en la diferencia de tiempo con la que aquí podíamos ver las películas americanas en relación a su año de producción.
Sin remisión, en el 52, o cuando los descubriera, caí rendidamente en losbrazos de Gary Cooper y Solo ante el peligro, de Zinnemann, y me impresionó bastante Marlon Brando en Viva Zapata, de Kazan. Más tarde, descubrí Cautivos del mal, de Minnelli, con Kirk Douglas, y mucho después, El hombre tranquilo, de Ford, John Wayne y Mauren O'Hara. Y es que, ya de pequeña, había decidido que Wayne no era mi tipo, cosa que no me justifica en absoluto.
Lo que más me enterneciódel 53 fue Vacaciones en Roma, de Wyler, con Audrey Hepburn y Gregory Peck y, ni más ni menos que La túnica sagrada, de Henri Koster, con Richard Burton y el insoportable Victor Mature, además de Lili, de Charles Walters, con Leslie Caron y Mel Ferrer. Naturalmente, con el sentido común algo más desarrollado, fueron Raíces profundas, de Stevens, y, sobre todo, Julio César, de Mankiewicz, Brando yMason, y De aquí a la eternidad, de Zinnemann, con mis adorados Clift y Lancaster.
De la cosecha del 54 seguramente la película que más veces vi fue Siete novias para siete hermanos, de Stanley Donnen. También un «western» que no está precisamente en los anales, Lanza rota, de E. Dmytryk, Spencer Tracy y Richard Widmark. Las películas del año fueron sin duda La ley del silencio, otro Kazan con...
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