El cuidado del alma en la medicina

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La atención sanitaria: ¿trabajo o vocación?

Hace una hermosa mañana de primavera en Hartford. Estoy impaciente por empezar el trabajo que me espera en este ajetreado día: voy a entrevistar a residentes, jóvenes de ambos sexos que han completado su formación médica básica y ahora están de prácticas en el hospital para ampliar su educación, adquirir experiencia y para que lossupervisen. Los hemos citado intencionadamente a la hora de comer, porque sabemos que los jóvenes valoran que les den de comer gratis; llegan cargados de energía, con sus cuadernos de notas y libros, con sus estetoscopios colgados orgullosa-mente del cuello, símbolo de su condición avanzada de médicos.
Mark McKinney, Sharon O'Brien y yo les decimos que hemos estado revisando el hospital durantevarios meses intentando descubrir el aspecto humano de la práctica médica e incluso el alma del hospital. Uno de los jóvenes mira interesado y quiere hablar. La mayoría están más interesados en sus bocadillos o vuelven a escribir mensajes en sus móviles. Otro responde a un aviso y sale corriendo.
Es evidente que son gente ocupada. Se les pide que estudien, aprendan, observen y practiquen lamedicina durante muchas horas al día, tienen poco tiempo para dormir y una vida social complicada. ¿Quién tiene tiempo para hablar del alma de la medicina? Pero, en general, son educados y prestan algo de atención, aunque estén deseando cruzar la puerta cuando haya terminado la hora de asueto.
De nuestra breve conversación deduzco que estos jóvenes médicos y médicas ya han sido profundamenteadoctrinados. Creen
en la ciencia de la medicina, y, probablemente, no han tenido la oportunidad de hablar del arte de la medicina. Parecen encontrarse en la cúspide entre su vocación de curar enfermos y el trabajo de ser un médico moderno.
Hablo con ellos de su vocación. ¡Ah, sí!, recuerdan que una vez sintieron un profundo deseo de ayudar a las personas que necesitaran atención médica. Algunoshablan de sus madres y padres, también médicos, que los han incitado a elegir esta profesión. Luego hablan de cómo se han ido destruyendo sus ideales tras años de rigurosos estudios técnicos y la actitud de muchos de los médicos deprimidos y agotados que han sido sus profesores.

La belleza de la llamada

Algunas personas oyen la palabra llamada y-piensan en algo sobrenatural, místico y mágico.Algunos piensan en san Pablo cuando se cayó del caballo. Pero una llamada puede ser muy fuerte sin proceder literalmente del más allá. No saldrás despedido del asiento del conductor de tu coche, pero quizás alucines con la fuerza de lo que quieres llegar a ser.
Mantengamos la llamada en pasivo: eres llamado. Puede que hasta oigas voces; de amigos, profesores y mentores, que te están diciendoalgo que para ti es tan importante que cambias el curso de tu vida.
Unos pocos años después de haber abandonado el monasterio, empecé a asistir a clases en la Universidad de Windsor, en Ontario. Estudiaba teología, pero no tenía la menor intención de comprometerme con ninguna Iglesia, ni siquiera con una religión en particular. Me interesaba la religión como tal, no como sistema de creencia. Erauna reacción contra la vida religiosa que había vivido durante algo más de una docena de años.
Un día un profesor al que apreciaba mucho, Lonnie Kliever, me dijo que pensaba que debía hacer un doctorado en religión.
—No, gracias —respondí—. De momento, voy servido de Iglesia.
—Podrías estudiar religión de una forma más abierta en la Universidad de Siracusa, sin preocuparte de profesarninguna creencia o religión —respondió.
La Universidad de Windsor no tenía ningún programa de doctorado en religión.
Fue como si me hubiera abierto una puerta, y de pronto sentí que sus palabras eran como una especie de revelación. Seguí su consejo, y al final encontré mi vocación en Siracusa. Sí, fue una segunda llamada. Anteriormente, había sentido la fuerte llamada del sacerdocio, pero...