El diosero

Páginas: 22 (5396 palabras) Publicado: 17 de octubre de 2010
La Tona
Crisanta, india joven, casi niña, bajaba por el sendero; el aire de la media tarde calosfriaba su cuerpo encorvado al peso de un tercio de leña; la cabeza gacha y sobre la frente un manojo de cabellos empapados de sudor. Sus pies resbalaban sobre las lajas… los muslos de la hembra negros y macizos, asomaban por entre los harapos de la enagua de algodón, que alzaba por delante hastaarriba de las rodillas, porque el vientre estaba ceñido de preñes… la marcha se hacia más penosa a cada paso; la muchacha deteníase a instantes a tomar alimentos, mas luego, reanudaba el camino con ímpetus de bestia que embistiera al fantasma del aire.
Pero hubo un momento en que las piernas se negaron al impulso, Crisanta por primera vez levanto la cabeza e hizo vagar sus ojos en la extensión. En elrostro de la mujercita cayó un velo de angustia. Con pasos inseguros la india buscó las riveras llevada por un instinto. El rio estaba cerca no a más de veinte pasos de la vereda, cuando estuvo en las márgenes desató el mecapal anudado a su frente y deposito en el suelo la leña; luego como hacen todas las zoques remango hasta arriba de su cintura su faldita, para sentarse en cunclillas con laspiernas abiertas y las manos crispadas sobre las rodillas. Entonces respiro profunda, irregularmente tal si todas las dolencias hubieran anidado en la garganta. Después hizo de sus manos utensilios de consuelo, cuando las posó por el vientre ahora convulso y acalambrado. De los ojos escurrían lagrimas; pero todo esfuerzo fue en vano, llevo después sus dedos únicos instrumentos de alivio, a suentrepierna y de ahí los separo por inútiles, luego los encajo en la tierra y ahí los mantuvo pujando rabia y desesperación… De pronto la sed se hizo otra tortura, se arrastro hasta llegar al rio pero la nausea se opuso cuantaas veces trato de pasar el trago, entonces mugió su desesperación y rodó en la arena. Así la encontró Simón su marido.
Cuando Simón llegó hasta Crisanta ella lo recibió conpalabras duras pero él se hizo en sordo. Con delicadeza la levanto en sus brazos para conducirla a su choza, aquel jacal pajizo incrustado en la falda de la loma. El hombrecito depositó la carga de dos vidas en el petate y fue a buscar a Altagracia la comadrona, vieja que moría de hambre en aquel pueblo dónde las mujeres se las arreglaban solas.
Altagracia vino la jacal encendió un manojo de ocote quedejo arder sobre una olla, enseguida con ademanes complicados y posturas misteriosas, se arrodillo en la tierra, rezó un credo al revés, formula según ella para sacar de apuros a la más comprometida. Después sigui practicando algunos tocamientos sobre la barriga.
- No te apures Simón luego la arreglamos esto pasa siempre con las primerizas.
- Obre Dios- contesto el muchacho mientras echaba a lafogata una raja resinosa.
- hace mucho que te empezaron los dolores mi’ja.
Y Crisanta tuvo por respuesta sólo un rezongo.
- Vamos a ver muchacha (dijo Altagracia) afloja tus piernas… así flojas, resuella hondo, puja, puja fuerte cada vez que te venga el dolor.
Crisanta hizo cuanto se le dijo y más sus piernas fueron hilachos, rugio hasta enronquecer y sangro sus puños a mordidas.
- Vamosayudame muchachita.- suplico la vieja.
Y los dedazos de unas corvas y negras echaban toda su habilidad, toda su experiencia.
Simón entrte tanto se había acurrucado en un rincón de la choza.
- Anda madrecita por vida tuya, puja encorajínate. Pare haragana, pare hembra o macho… pero pronto.
La joven no hacia esfuerzo ya, el dolor se había apuntado un triunfo.
Altagracia sudorosa y desgreñada conlas manos tiesas abiertas en abanico, se volvió al muchacho.
- Todo es de balde Simón, Viene de nalgas.- dijo la vieja a gritos mientras se limpiaba el sudor.
Y Simón como si volviese del sueño:
- ¿De nalgas? Bueno… ¿ y ahora qué?
La vieja no contesto su vista divagaba por el techo del jacal.
Altagracia le pidió a Simón que de la viga del techo colgara la coyunda para hacer un columpio....
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