El divorcio entre ciencia y religión

El divorcio entre Ciencia y Religión:

Debo confesar que profeso la religión católica, y por sobre ello, que soy un convencido de la existencia de un ser superior racional –no el azar- a quien todo el Universo debe la existencia, y los seres vivos el estar con vida, y cuyos ignotos designios obedecemos. No es este el lugar más indicado para efectuar disquisiciones religiosas, pero sin embargovoy a aclarar que no me considero por eso un místico ni un oscurantista, ni un ingenuo irracional, sino que creo fundada mi convicción en una actitud profundamente científica. Un conocido microbiólogo americano, Michel J. Behe, convincentemente expone que desde el punto de vista bioquímico, a nivel infracelular existen muchas maquinarias moleculares indispensables para la vida de una célula, cuyaexistencia ni siquiera se sospechaba en las épocas de Darwin, demostrando que muchos de los sistemas presentes en cada célula jamás podrían haber derivado de una evolución previa, y cuya explicación más probable es una creación divina[i].-
Confieso que me sorprendió encontrar en el curso de mis investigaciones un libro del hermano mellizo de mi padre, un sacerdote jesuita, mi tío Juan CarlosRougès, sosteniendo precisamente que el estudio –en especial el estudio científico- es una forma de oración, libro en cuyo prefacio recurre a San Ignacio de Loyola, fundador de su orden, para justificar el aserto: “Reducido así el campo de nuestra tesis, encontramos una frase que se iba repitiendo como tema en los documentos ignacianos: “El estudio hecho por solo servicio de Dios, es oración”. Estafrase o equivalentes a ella, se hallaban en cartas de San Ignacio, de Polanco, pláticas del Padre Nadal, etc.”[ii].-
Más adelante dice mi tío que “…quien “contempla a Dios en todas las cosas”, y quien “en todas las cosas tiene contemplación”… se puede decir que “halla a Dios en todas las cosas”[iii]. Y más adelante concluye su exposición diciendo que “El Padre Ribadeneira presenta esta misma actitudcontemplativa del Santo fundador de la Compañía. En el libro de su vida anota la doctrina del santo sobre este particular: “Vímosle muy a menudo tomando ocasión de cosas pequeñas, levantar el ánimo a Dios, que aún en las mínimas es admirable. De ver una planta, una hierbecita, una hoja, una flor, cualquiera fruta, de la consideración de un gusanillo o de cualquier animalejo se levantaba sobre loscielos… Y deseaba que todos los de la Compañía se acostumbrasen a traer presente a Dios siempre en todas las cosas”[iv]. Inmediatamente me viene a la mente la imagen de mi padre, contemplando los colores de una mariposa o una flor y suspirando “¡¡¡…Y pensar que hay ateos!!!” En bellas palabras lo da a entender también el Premio Nobel de Literatura Maurice Maeterlinck al referirse a lainteligencia de las flores –que en realidad es un canto a la inteligencia de quien las diseñó-: “Trazar el cuadro de los grandes sistemas de la fecundación floral sería superfluo: El juego de los estambres y del pistilo, la seducción de los perfumes, la atracción de los colores armoniosamente brillantes, la elaboración del néctar, totalmente inútil para la flor y que ésta sólo fabrica para atraer y reteneral libertador extraño, al mensajero de amor, abejorro, abeja, mosca, mariposa o falena, que le trae el beso del amante lejano, invisible, inmóvil…”[v]
Sé que muchos dirán –erróneamente- que la mía no es una actitud “científica”, partiendo de la equivocada premisa de que cualquier afirmación antirreligiosa dicha por un científico automáticamente toma la jerarquía científica de su emisor. A ellodebo contestar que la afirmación de que todo nuestro universo y nosotros mismos sea simplemente una obra del azar, carece también de un soporte experimental y empírico. Ambas son dos explicaciones conjeturales, ambas son desde un punto de vista lógico, simples hipótesis indemostradas experimentalmente y por ende acientíficas, tan acientíficas la una como la otra. La única y fundamental diferencia...