El Espirítu Olvidado
Isabel rondaba ya los setenta y tantos años, no era muy beata, pero le
gustaba asistir a misa los domingos, tampoco era una ferviente devota, pero
tenía especial apego por la Virgen del Carmen, ya que su esposo pasó media
vida en la mar, embarcado en la marina mercante como maquinista de primera.
También le gustaba ir al cementerio como a muchas mujeres de suedad el día
de todos los santos, para visitar la última morada de su difunto esposo. La
gente la miraba al pasar ya que siempre depositaba en la tumba una cantidad
de bel os ramos de flores fuera de lo común. No lo hacía con ánimo de
alardear, solamente era su forma de ser, exagerada sobremanera.
Era una mujer exagerada para todo, cuando invitaba a sus nietos para
almorzar siempresobraba comida de más. Sus nietos de guasa le decían:-
abuela haces comida para un regimiento-, y ella riéndose, les contestaba que
bastante hambre había pasado de niña, y que una vez juró de pequeña que
cuando fuese mayor en su casa no faltaría comida. Después de oírla, sus
nietos se reían a carcajadas.
Le gustaba la poesía, e incluso escribía bellos poemas, tratando en el ostemas
muy variados, pero como en todo, se excedía, y lo extenso de éstos restaban
brillantez a su forma y contenido. Sus nietos achacaban en broma esta
exageración en su persona a que era de pueblo, y nada más lejos de la
realidad.
Ello sin duda, era a consecuencia de la escasez que pasó Isabel en su
infancia. Pero a ella le gustaba ser así, y nadie, ni siquiera sus queridosnietos
la podrían hacer cambiar.
El mayor de sus nietos se compenetraba de maravilla con ella, pues desde
pequeño pasó la mayor parte del tiempo con el a y con su abuelo, al que
también le tenía un gran cariño. Después de la muerte de su abuelo, Andrés
empezó poco a poco a distanciarse de su abuela, pasaba menos tiempo con
ella, la visitaba con menos frecuencia, incluso las lamadas telefónicas se
distanciaban más en el tiempo.
Su abuela lo achacaba a la edad de su nieto, ya que éste se hallaba en plena
adolescencia. Andrés, no sabía bien el por qué de esa extraña situación. Desde
que vio a su abuelo recién fallecido en su lecho de muerte, y se tumbó con él
en la cama l orándolo como un niño pequeño, ya la casa le producía cierto
nerviosismo. Teníala sensación de parecerle otra vivienda distinta sin la
presencia de su abuelo.
Después de la muerte de su abuelo, cada vez que visitaba a su abuela,
recorría la casa instintivamente buscando a su querido abuelo, hasta que caía
en la cuenta de que éste ya no se hal aba con ellos.
Su abuela que se daba cuenta de el o, nunca le comentó nada para no
ponerle en apuros, pero Andrésintuía que su abuela aunque disimulara se
daba cuenta perfectamente de su torpeza.
Isabel, sentía predilección por las cosas relacionadas con el más al á, y a su
nieto le gustaba escuchar las historias que ella recreaba, a veces inventadas, y
otras reales. Pero su abuela notó que desde la muerte de su esposo, su nieto
ya no le pedía que le contase esas historias de ultratumba.Cuando Andrés se
quedaba en casa de su abuela a dormir parecía más nervioso de lo normal, y
se despertaba varias veces de madrugada. Le había dicho a su abuela hasta la
saciedad, que no soportaría que el espíritu de algún fallecido se le apareciese,
ya que del susto le daría un infarto al momento.
-Cielo, tienes que temer a los vivos y no a los muertos- le decía su abuelasonriendo.
-Abuela a los vivos se pueden matar, pero a los muertos no- contestaba
Andrés, creyendo férreamente su planteamiento.
-¡Qué cosas dices niño!-le replicaba su abuela exasperada.
Y es que a su abuela de niña según el a, se le había aparecido su madre, y
cada vez que se lo había contado a su nieto, no variaba un ápice los detalles
del relato, y lo contaba con una...
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