El Fantasma De La Pera

Páginas: 392 (97753 palabras) Publicado: 20 de abril de 2015


























El Fantasma de la Ópera
Gastón Leroux








PREFACIO
Donde el autor de esta obra singular cuenta al lector cómo se vio obligado a adquirir
la certidumbre de que el fantasma de la Ópera existió realmente


El fantasma de la ópera existió. No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una inspiración de artistas, una superstición de, direc­tores, la grotesca creación delos cerebros excitados de esas damise­las del cuerpo de baile, de sus madres, de las acomodadoras, de los encargados del vestuario y de la portería.
Sí, existió, en carne y hueso, a pesar de que tomara toda la apa­riencia de un verdadero fantasma, es decir de una sombra.
Desde el momento en que comencé a compulsar los archi­vos de la Academia Nacional de Música, me sorprendió la asom­brosacoincidencia de los fenómenos atribuidos al ,fantasma, y del más misterioso, el más fantástico de los dramas; y no tardé mucho en pensar de que quizá se podría explicar racionalmente a éste mediante aquéllos. Los acontecimientos tan sólo distan unos trein­ta años, y no sería nada difícil encontrar aún hoy, en el foyer1 ancia­nos muy respetables, cuya palabra no podríamos poner en duda, que recuerdan,como si la cosa hubiera sido ayer, las condiciones misteriosas y trágicas que acompañaron el rapto de Christine Daaé, la desaparición del vizconde de Chagny y la muerte de su hermano mayor, el conde Philippe, cuyo cuerpo fue hallado a orillas del lago que se extiende bajo la ópera, del lado de la calle Scribe. Pero ninguno de estos testigos creía hasta ahora oportuno mez­clar en esta horribleaventura al personaje más bien legendario del fantasma de la ópera.
La verdad tardó en penetrar mi cabeza, alterada por una inves­tigación que a cada momento tropezaba con acontecimientos que, a primera vista, podían ser juzgados de extraterrestres, y más de una vez estuve a punto de abandonar una labor en la que me extenua­ba persiguiendo, sin alcanzar jamás, una vana imagen. Por fin tuve la prueba deque mis presentimientos no me habían engañado, y fui recompensado de todos mis esfuerzos el día en que adquirí la cer­tidumbre de que el fantasma de la ópera había sido algo más que una sombra.
Ese día, había pasado largas horas leyendo las Memorias de un director, obra ligera del excesivamente escéptico Moncharmin, que no comprendió nada, durante su paso por la ópera, de la conduc­ta tenebrosa delfantasma, y que se burló de él todo lo que pudo, en 'el preciso momento en que era la primera víctima de la curiosa ope­ración financiera que acontecía en el interior del «sobre mágico»
Desesperado, acababa de abandonar la biblioteca cuando encon­tré al amable administrador de nuestra Academia Nacional que char­laba en un rellano con un viejecillo vivo y pulcro, a quien me pre­sentó alegremente.El señor administrador estaba al corriente de mis investigaciones y sabía con qué impaciencia había intentado des­cubrir el paradero del juez de instrucción del famoso caso Chagny, el señor Faure. Se ignoraba qué había sido de él, vivo o muerto. Y he aquí que, a su vuelta del Canadá, donde había pasado quince años, su primera salida en París había sido para solicitar un pase de favor a lasecretaría de la Ópera. Ese viejecillo era el señor Faure en persona.
Pasamos juntos buena parte de la tarde y me contó todo el caso Chagny tal como lo había entendido él anteriormente. Se había visto obligado a llegar a la conclusión, falto de pruebas, por la locu­ra del vizconde y la muerte accidental del hermano mayor, pero seguía convencido de que un drama terrible se había producido a causa deChristine Daaé entre los dos hermanos. No supo decirme qué había sido de Christine ni del vizconde. Por descontado, cuan­do le hablé del fantasma, se limitó a reír. También él había estado al corriente de las curiosas manifestaciones que parecían entonces atestiguar la existencia de un ser excepcional que hubiera elegido por domicilio uno de los rincones más misteriosos de la ópera, y había conocido...
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