El Lider Resonante
¿Cómo será usted dentro de 15 años? Piense en dónde podría estar sentado leyendo este libro dentro dequince años. ¿Quiénes le rodearían si lograra realizar su ideal? ¿Qué aspecto tendría y cómo sería su entorno? ¿Qué es lo que haría a lo largo de un día o de una semana normal y corriente? No se preocupe por la viabilidad de esta visión, trate simplemente de evocar la imagen y de sentirse dentro de ella. Expláyese libremente en la descripción de esa visión de sí mismo dentro de quince años, grabesus impresiones al respecto o hable de ello con alguien en quién confíe. Son muchas las personas que, al realizar este ejercicio, afirman experimentar una liberación de energía que despierta su optimismo. Esta forma de visualización ideal del futuro suele ser una forma muy poderosa de establecer contacto con las posibilidades reales de transformar nuestra vida.
De hecho, el mismo acto devisualizar el cambio puede llenarnos de preocupaciones por los obstáculos que puedan presentarse. Hay veces en que, después de que haber experimentado una sensación inicial de entusiasmo por nuestro futuro ideal, la perdemos de inmediato y nos frustramos porque caemos en la cuenta de que, en la actualidad, nuestra vida cotidiana dista mucho de nuestro ideal. Tal vez, en este punto, pueda servirnosrecordar el papel que desempeña el cerebro en los sentimientos. Como ya hemos visto en el capítulo 2, la activación de la corteza prefrontal izquierda resulta sumamente movilizadota, porque nos permite imaginar, más allá de todos los obstáculos que puedan presentarse, lo bien que nos sentiremos el día en que alcancemos nuestra meta ideal
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Cuando, por el contrario, no prestamos tanta atención a nuestra imagen ideal como a los problemas que obstaculizan nuestro camino, se activa la corteza prefrontal derecha y nos sumimos en una visión pesimista y desmotivadota que puede acabar impidiendo realmente el éxito. El yo debería frente al yo ideal Cuando un padre, un esposo, un jefe o un maestro nos dicencómo debemos ser están dándonos su versión de nuestro yo ideal, una imagen que contribuye a configurar el llamado yo debería (es decir, la persona en la que supuestamente deberíamos convertirnos). Y, cuando aceptamos ese yo debería, se convierte en una prisión, que el sociólogo Max Weber denominó nuestra “jaula de hierro”, en la que acabamos atrapados como el mimo dentro de una habitación...
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