EL MUNDO FRANCISCO RECHAZO EL TRABAJO ESCLAVO Y LA ESTIGMATIZACION DEL MIGRANTE
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El Papa contra la xenofobia
El pontífice llamó a los pueblos del mundo a mantener la esperanza de un futuro mejor, donde la
humanidad pueda vivir “en el respeto de las diferencias”, como mensaje para la Jornada Mundial
del Migrante y del Refugiado.
Desde Roma En el mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado difundido ayer por el Vaticano, el
papa Francisco llamó a los pueblos del mundo a mantener la esperanza de “un futuro mejor”, donde la
humanidad pueda vivir “en el respeto de las diferencias” y de “la hospitalidad”, que permitan a su vez
una “equitativa distribución de los bienes de la tierra”. Y condenó el “trabajo esclavo” que es hoy, dijo, “moneda corriente”. Pero también llamó a las naciones a una “mayor cooperación internacional” para
gestionar de un modo “nuevo, equitativo y eficaz” la realidad de las migraciones que tanto ha crecido en
los últimos tiempos. Y los medios de difusión, que tienen una gran responsabilidad en este campo, dijo,
deben “desenmascarar los estereotipos y ofrecer informaciones correctas” para que de la “cultura del rechazo” de los inmigrantes, que a menudo son vistos como un peligro para la estabilidad de la propia
sociedad, se pase a la “cultura del encuentro, la única capaz de construir un mundo más justo y
fraterno, un mundo mejor”.
Hijo de inmigrantes piamonteses que llegaron a la Argentina en las primeras décadas del siglo pasado, el papa Francisco no ha olvidado sus orígenes, y a veces recuerda aquellos años de su familia. Así lo
hizo el pasado domingo, cuando en la isla de Cerdeña se encontró con cientos de desocupados y les
contó cómo su padre, que había llegado a la Argentina para “hacerse la América”, perdió todo durante
la crisis del ’30. Por otra parte, Francisco tocó con su propia mano, por así decirlo, las angustias de los migrantes y de los refugiados de estos tiempos, que llegan desesperados a Europa, de Africa y de Asia
principalmente, escapando de situaciones políticas o económicas extremas. Lo hizo en su primer viaje
como pontífice que eligió hacer a Lampedusa, el pasado mes de julio, una pequeña isla en medio del
Mediterráneo, casi más cerca de Africa que de Europa, donde llegan cada día, durante varios meses al
año, cientos de ellos, abandonados por los traficantes de seres humanos en medio del mar. “Nuestras sociedades –dijo Francisco en el mensaje– están experimentando, como nunca antes había
sucedido en la historia, procesos de mutua interdependencia e interacción global que, si bien es verdad
que comportan elementos problemáticos o negativos, tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la familia humana, no sólo en el aspecto económico sino también en el político y cultural. Toda
persona pertenece a la humanidad y comparte con la entera familia de los pueblos la esperanza de un
futuro mejor”, dijo. Y luego explicó qué entendía por “un mundo mejor”. “Esta expresión no alude
ingenuamente a concepciones abstractas, o a realidades inalcanzables, sino que orienta más bien a
buscar un desarrollo auténtico e integral, a trabajar para que haya condiciones de vida dignas para todos”, subrayó. Según el Papa, las migraciones ponen de manifiesto las carencias de los Estados,
pero también las aspiraciones de la humanidad de vivir “en el respeto de las diferencias, de la acogida y
de la hospitalidad, que hacen posible la equitativa distribución de los bienes de la tierra, la tutela y la
promoción de la dignidad y la centralidad de todo ser humano”. Por el contrario, “el rechazo, la discriminación y el tráfico de la explotación, el dolor y la muerte se contraponen a la solidaridad y la
acogida, a los gestos de fraternidad y de comprensión. Despiertan una gran preocupación sobre todo
las situaciones en las que la migración no es sólo forzada sino que se realiza incluso a través de varias ...
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