El Papa

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Edición 167 | mayo 2013



Un escritor, la historia

En el nombre del Padre
por Gabriela Cabezón Cámara*

E

n el nombre del Padre y también en el del Papa, bordada
con esmero de traumatólogo de guardia, desde ese día
su seña es una cruz en la cabeza: había gritado con todos “Si el Papa
quedara embarazado / el aborto sería Sacramento” pero se sabe, y lo sabe la Iglesia,tras milenios de experiencias, que ni
los Papas ni los niños se embarazan y no
hay milagro que valga aunque Juan Pablo
el Segundo arribó al siglo veintiuno casi
santo: curó a una monja francesa, hizo caminar a un chico, y le sacó el cáncer a una
señora inglesa, pero nada de embarazar a
Benedicto; estériles los curas, pequeños
los milagros del Sumo Pontífice, casi invisible ya la cruz por lodemás debajo de los
pelos, cosida ahí donde el frontal se junta
con el parietal pero marcada al fin, con su
faz horizontal hecha en casa y con la vertical cincelada en el espacio público.
La cosa pasó así, acá nomás pero hace
tiempo; era 1987, tenía dieciocho, y le llegó
la convocatoria de una marcha contra el
Papa, no había mail entonces, no recuerda cómo le llegó, había una nube deinformación; graffitis, volantes, boca a boca,
cargados de alegría: la contrakultura, la K
todavía era anarquista, era una fiesta desmitificadora. La que pintaba en las paredes “En mi pieza tengo un póster de todos
ustedes. (firmado) El Che” o “Si Evita viviera, Isabel sería soltera” y convivía, ¿cómo?, sin contradicciones con las multitudinarias marchas por los Derechos Humanos que reclamaban laaparición con
vida de gente que se había visto reflejada
en el Che y a la que eso de qué sería Evita
si viviera le resultaba de importancia fundamental, la generación anterior, los que
pintaban “Si Evita viviera sería montonera” o “¡Ni votos ni botas, fusiles y pelotas!”.
Los contemporáneos de ella, en cambio, daban recetas sencillas para mantener la silueta, “Adelgace a pico y pala” y,
ya lodijo, le ponían humor al repudio a la
Iglesia, con “Si el Papa quedara embarazado, el aborto sería Sacramento”. No recuerda si un Papa embarazado, pero algo
de eso vio en el Parakultural, que fue, para
ella, lo que para Pablo de Tarso su camino a Damasco: vio la luz. Antes de leer a
Copi, antes de deslumbrarse con la Evita
zombie y atorranta de Perlongher, antes
de Almodóvar, lo que conoció fueel Parakultural. Vio a cinco monjas cantando
como Las Primas medio en bolas. Vio a las
poetisas enajenadas recitar fuera de sí,
vestidas con forros, maquilladísimas, iridiscentes de tan geniales: “Porque es áspera y fea, / porque todas sus ramas son
grises, / yo le tengo piedad a la higuera”,
fue lo primero que escuchó en la voz de
Batato Barea y en un segundo le cambió la
manera de leer,cambió el mundo: ese era
un lugar para ser, cuando llegara la hora
de hacer algo más que correr.
Años después, ahora mismo, mientras lo está escribiendo, piensa que la
época en la que está pensando fue la de
“los grandes eslóganes”. Casi en el mismo instante se detiene y  reflexiona sobre su contemporaneidad, que se le va
a representar como una era tomada por

Alfredo Hlito, Formas ylíneas, 1963 (Gentileza Galería Jorge Mara-La Ruche)

asalto por una banda de semiólogos alucinados, convencidos de que un discurso puede tener más entidad que la caja de
ahorro vacía, o no, antes del veinte o que
la presencia medio fantasmal por lo negada pero emergiendo siempre furiosa a
fuerza de repetición, de los nenes que pasan pidiendo “moneditas” cada vez que
se sienta media hora aclavarse una Coca
Light en una vereda, y va a poner un punto. Tiene que corregirse. Se corrige: esta también es una era de eslóganes, pero
ahora le hacen falta más que mitos más
o menos difusos para trazarse un mapa
de situación. O será que tiene un mapa
más chico, menos atado a las declaraciones de nadie, más pegado a su propia percepción, a lo que ve, a lo que huele, a lo
que le cuentan...