El Rey Arturo Cabalga De Nuevo Mas O Menos Edicion Completa

Páginas: 172 (42815 palabras) Publicado: 25 de octubre de 2015
El rey Arturo cabalga de nuevo,
más o menos
Miguel Ángel Moleón Viana
Ilustraciones: Tino Gatagán.
Ediciones SM, 1998.
Quinta edición: diciembre 2000.
Serie Naranja, a partir de 9 años.
Premio El Barco de Vapor, España, 1997.
ISBN: 84-348-7012-6
Contraportada:
En el lejano país de Avalón, el rey Arturo ha cumplido ya los doscientos cincuenta años.
Se merece un descanso, ¿no? Sin embargo, justocuando está a punto de echarse una
siestecita junto al calor del hogar, se le aparece un geniecillo del fuego que va a truncar
sus planes. Nada de sueños, nada de descanso... ¡A la aventura, a la aventura!
Con esta divertidísima novela, Miguel Ángel Moleón Viana (Granada, 1965) obtuvo el
Premio El Barco de Vapor 1997. Moleón es doctor en Bellas Artes por la Universidad
de Granada, ciudad en dondereside habitualmente.

1 Si enciendes la chimenea, revisa la leña primero
Hace mucho, mucho tiempo, en el lejano país de Avalón, se encontraba el rey Arturo
en su castillo del Dulce Descanso. Se hallaba sentado en su butaca real y contemplaba,
soñoliento, el crepitar del fuego en el hogar. El viento del septentrión gemía chimenea
arriba. Y algunos copos de nieve conseguían descender hasta lalumbre.
Mientras acurrucaba los pies en las zapatillas de paño a cuadros, aquella noche
Arturo cumplía, lustro más arriba, lustro más abajo, doscientos cincuenta años. Los
resplandores del fuego lucían entre los pliegues de su frondosa barba, pero el rey ni se
acordaba de qué edad tenía. De tanto en tanto se apartaba la corona para rascarse el
remolino y se acariciaba la barba, pensativo.
En talesmenesteres se ocupaba cuando, de repente, entre los grandes leños de nogal
que alimentaban el fuego, se escuchó un estallido. Igual que las castañas cuando se
asan, de las ascuas, rauda como un rayo, saltó una pequeña lengua de fuego. Arturo, sin
poder hacer nada, la vio volar directamente hacia su real manto de terciopelo y armiño.
Abrió de par en par los ojos mientras la pequeña llamita caía en susbarbas.
—¡Aaaaaag! —gritó Arturo, levantándose de la butaca tan rápido como pudo. A sus
doscientos cincuenta años, tampoco podía ser muy veloz.
Sacudiéndose las barbas, con la corona por los suelos, consiguió deshacerse de la
lengua de fuego. La vio caer sobre las frías losetas. Y allí se enroscó sobre sí misma
como una culebrilla.
—¡Por las barbas de Neptuno! ¿Ante qué tipo de prodigio meencuentro? ¿Qué
criatura es esta que continúa ardiendo sin madero alguno?
Entonces la llamita se desenroscó para cobrar el aspecto de un geniecillo del fuego,
una salamandra para ser más exactos, que sólo alzaba del suelo unas cuartas mal
contadas.
—Buenas noches, majestad —saludó realizando una solemne genuflexión—. Os pido
disculpas si os he alarmado.
—¡Alarmarme no, bicho díscolo! ¡Antes bien,chamuscarme las barbas! ¡Y menos
saludos y disculpas! ¡Di quién eres y qué cosa buscas o llamaré a la guardia para que te
conviertan en un pinchito moruno!
—Ay de mí, majestad; me acojo a vuestra benevolencia. No soy más que una
salamandra que habitaba uno de los troncos de vuestra real hoguera.
—Pues si eso fuera cierto —comentó Arturo mientras recogía la corona del suelo—,
lo mejor que puedes hacer esvolver al tronco y consumirte con el resto. De los duendes
y otras gentes menudas y extrañas nada bueno puede esperarse.
—Perdonadme, majestad, pero no he saltado por capricho.
—Ah... ¿Encima recochineo?
—Tengo una misión que cumplir. Vengo a proponeros una tarea.
—Pues vas listo, duendajo —añadió Arturo, con la corona ladeada, mientras se
dejaba caer nuevamente entre los cojines de la butaca—.Vas listo. Estás el primero por
la cola.
—Os ruego me concedáis el favor de permitir que os cuente de qué se trata...
—Me es indiferente, fuego de Santelmo. A mi edad se me han presentado ya tantos
bichos raros como tú, a proponerme tan descabelladas aventuras, que te puedes ahorrar
la saliva. Lo tienes todo perdido conmigo. No tiene uno ya edad para trotes...

—Cuando os cuente de qué se trata...
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