El Salario Digno

El Salario Digno




Jorge Trujillo Salvador









Noviembre 2012














La encíclica Laboren Exercens, escrita por Juan Pablo II, afirma que solamente el hombre es capaz de trabajar, solamente él puede llevar a cabo -el trabajo-, llenando a la vez con el trabajo su existencia sobre la tierra. De este modo el trabajo lleva en sí un signoparticular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa en medio de una comunidad de personas; este signo determina su característica interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza. Siendo el trabajo una expresión de la humanidad, y asimilando lo expuesto en esta encíclica, entonces, al pensar en el trabajo, necesariamente pensamos en las personas que lo realizan. Másallá, pensamos al hecho trabajo y a quien lo realiza –persona humana- como uno solo, de ello se desprende que juzgamos al trabajo realizado y a la persona que lo realiza en la misma categoría. Así, un buen trabajo hace a la persona buena, pero un mal trabajo ¿hace mala a la persona? Definitivamente no. A pesar de que el trabajo esté íntimamente relacionado con la naturaleza de la persona, no lasujeta a esta a ningún estándar o condición previa, a ningún juicio heteronormativo, a ninguna precondición; pero sí la sujeta a sí misma, y entonces, luego de un trabajo bien hecho la persona se siente bien, se siente realizada; tiene un gusto particular por sí misma que nutre su ser y su orgullo de persona humana, de lo que se desprende una necesidad de reconocimiento también, a manera deremuneración, por ejemplo. Lo propio ocurre cuando el trabajo no le es satisfactorio a la persona, sin afectar su derecho a la remuneración.
Sin embargo, hay un elemento esencial en las personas que no se desprende jamás de ellas, desde su potencialidad de convertirse en ser humano (antes de nacer, quiero decir) hasta el momento de su muerte: la dignidad. Es así que el reconocimiento propio que lapersona hace de sí misma y en este caso de su trabajo alimenta su intrínseca dignidad. De esta manera podemos apreciar como el trabajo está en la naturaleza de la persona como un elemento que suma a su dignidad.
Es necesario indicar que no solo el reconocimiento propio dignifica a la persona, hay también un reconocimiento externo, necesario también, que se desprende a partir de la vida en comunidad.Este reconocimiento que recibimos de los otros nos dignifica también, pues el trabajo realizado, aún en el más egoísta de los escenarios, es también un trabajo para los otros. Por ejemplo, asumiendo al trabajo a cualquier actividad (y no solamente a la que requiere de un salario), podemos decir que mi amor por mi jardín se traduce en un beneficio comunitario cuando las personas lo miran y sientenun gusto especial al ver el cuidado de las plantas y el colorido de las flores. Sin desviarnos del tema, entonces, debemos admitir que el reconocimiento en comunidad dignifica a la persona humana. Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, estableció, entre otras, que una razón para vivir es adquirir un buen nombre para uno mismo en frente de uno y en frente de la comunidad.
Ahora bien, me pregunto,¿el valor de la dignidad está dado por el valor del trabajo? En cierta medida podemos responder afirmativamente a esta pregunta. Pero el trabajo no es la medida total de la dignidad, es uno de los tantos componentes que se suman a la vida de las personas dignas (dignas por ser personas y no por lo que hacen o dejan de hacer). En todo caso, cuando hablamos de dignidad ¿qué queremos decir? MorenoVilla, en su ensayo Dignidad de la Persona, concluye que: La persona humana tiene, pues, dignidad moral cuando se comporta éticamente de forma adecuada con unos bienes, valores, etc. Pero es, además, el valor más alto en el orden de la naturaleza; no tiene, por tanto, precio, sino valor, y un valor protológico y protoético ; y ello tiene su base en su digneidad , es decir, su dignidad óntica....