El ultimo disidente
El último disidente
Fidel y la transición en Cuba
Editado por
NORBERTO FUENTES
y
PEDRO SCHWARZE
2
Sobre los textos de Norberto Fuentes: © 2004, 2005, 2006, 2007, 2008 by Norberto Fuentes Sobre la presente edición: © 2008 by Norberto Fuentes and Pedro Schwarze
Gracias especiales a Filiberto Castiñeiras por sus siempre útiles observaciones y sugerencias.3
Contenido
Prefacio
9
A la espera del Valhalla
Un prólogo de Pedro Schwarze
11
Yéndose en fade
El hermano menor 20
15 16
Fidel no cree ni en el dolor
Fidel: Un punto de vista
26 31 34
La sonrisa de La Gioconda No solo el poder y la gloria Los 80 años de Fidel 39
En ausencia
47 48 51 54
Los cuarteles de verano Una maniobra perfecta
Mientras duerme lapantera Llorar y matar 58
Fidel sufriendo una recaída Nuestro cuarto presidente Itaca cerrada por reformas
62 64 69
Leña al fuego
El Puesto de Mando
71 73 75 78
Nadie está escuchando
A cuatro días del cumpleaños de Fidel A tres días del cumpleaños 80
4
A dos días, sólo dos El palo durísimo 86
82
El reposo del guerrero Primer búnker El buen vecino El próximo paso 9092 94
88
Los profetas desarmados Se les acabó el enemigo Remember Playa Girón La prueba del agua La mala memoria 106 109
96 100 103
Polonesa + guaguancó Guantanamera El mensajero 116 118
114
El nuevo Cominterm El cuarto ministerio
119 121 126
La insoportable levedad del ser Sábado rojo 128
Modelos para armar
Los próximos 50 años 131
130
La Unión de RepúblicasSocialistas Estandartes en el polvo Prohibido improvisar 135 137 140 146
133
Los niños del Punto cero Un cumpleaños a la mitad Grabriel 150
Las buenas y las malas noticias: ¿Cuál primero? El surgir de una dinastía 155 159
152
Como si Fidel hubiera muerto Absorbido por la sombra Fidel podría aislarse El Aguafiestas 167 169 166 162
El embajador de Fidel
5
Ilusiones de los otros171 174
Que crezcan otras cien flores El turno de los mortales 180
¿Qué se puede esperar de Fidel?
184
Dulce como la adversidad
Fahrenheit 451 193
186 191
Apéndice: Sartre sobre ideología y revolución
6
Esta noche soñé que estaba de nuevo en La Habana, en el salón de una funeraria de la calle Veintitrés. Me rodeaban numerosos amigos. Tomábamos café. De pronto se abrióuna puerta blanca y entró un ataúd enorme cargado por una docena de viejas plañideras. Un amigo me dio un codazo en las costillas y me dijo: —Ahí traen a Fidel Castro. Nos volvimos. Las viejas dejaron el féretro en el centro del salón y salieron llorando a todo pulmón. Entonces el ataúd se abrió. Fidel sacó primero una mano. Luego la mitad del cuerpo. Finalmente salió por completo de la caja. Searregló el traje de gala, y se acercó sonriente hasta nosotros. —¿No hay café para mí? —preguntó. Alguien le dio una taza. —Bien. Ya estamos muertos —dijo Fidel—. Ahora verán que eso tampoco resuelve nada.
—GUILLERMO ROSALES: Boarding Home
7
Sea cual fuere su rigor o la amplitud de sus experimentos, una ideología sobrepasa por muy breve margen al presente.
—JEAN PAUL SARTRE
8Prefacio
salieron de sopetón de una larga molicie y las cosas parecieron desenvolverse a gran velocidad en unos pocos días, hasta que la displicencia habitual del gobierno cubano y su indiscutible profesionalismo para controlar el país de modo absoluto calmaron los ánimos. Pero ése quizá sea el barullo que nos llega, la inútil herencia que nos deja el verano del 2006. Nadie le está prestando casoa las vetas de oro que corren por las paredes. La discusión, sin embargo, es digna de los mejores manuales de la historias del comunismo. La discusión, la verdadera. Resurgió en La Habana, de improviso. Sus resonancias eventualmente alcanzarían la estatura de los encontronazos entre Lenin y Trotsky y con un debate al nivel de la factibilidad de la construcción del socialismo en un solo país —el...
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