El velor del silecio
No siempre las palabras lo dicen todo; cuando no se sabe qué decir es cuando más hace falta el silencio. Una mirada, un gesto, unasonrisa, dicen más que muchas palabras. Una silenciosa compañía es lo más agradable cuando el dolor agobia o la soledad golpea nuestro pecho.
El silencio tienepalabras sabias, porque nos habla desde adentro y exprime las reservas del alma. Es en silencio como más nos acercamos a Dios, y Él nos habla con sabiduría y amor.En silencio amanecemos a la cabecera del enfermo, comulgando sentimientos de amor y esperanza. En silencio se pasean las nubes... y brillan las estrellas... ysale el sol... y el amor se aposenta en el ser.
Hoy llego hasta ti, Señor, para darte gracias por el maravilloso don del silencio, y te digo sin palabras, atus pies de hinojos, “te amo” desde el llanto primero de mis niños y el tierno vagido del becerro, hasta la mesa desierta de pan y el dolor de la muerte.Recibe, Señor, mi silencio como la más inspirada oración por los hombres, por las madres, por el sol, por la esperanza, por el nido, por la flor... Y dame tu silenciopara alimentar mi alma con esa entrega constante y sincera que es pan de vida eterna y delicioso manantial de fe.
En silencio escucho la voz de tu silencio yme reconforta saber que ese silencio es como el amigo que nunca traiciona... Escucho tu palabra de perdón, mi suspiro de alivio y una brisa conciliadora... Escuchotu presencia y siento la tibieza de tu aliento cuando me dice: ¡ánimo, no estás sola!
¡Gracias Señor, por mostrarme hoy el valor del silencio compartido!
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