ENSAYO DE...

Páginas: 8 (1903 palabras) Publicado: 6 de octubre de 2013
DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS
Gabriel García Márquez

El 26 de octubre de 1949 no fue un día de grandes noticias. El maestro Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción del diario donde hacía mis primeras letras de reportero, termino la reunión de la mañana con dos o tres sugerencias de rutina. No encomendó una tarea concreta a ningún redactor. Minutos después se enteró por teléfono de que estabanvaciando las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara, y me ordenó sin ilusiones:
“Date una vuelta por allá a ver que se te ocurre”.
El histórico convento de las clarisas, convertido en hospital desde hacía un siglo, iba a ser vendido para construir en su lugar un hotel de cinco estrellas. Su preciosa capilla estaba casi a la intemperie por el derrumbe paulatino del tejado, pero ensus criptas permanecían enterradas tres generaciones de obispos y abadesas y otras gentes principales. El primer paso era desocuparlas, entregar los restos a quienes los reclamaran, y tirar el saldo en la fosa común.
Me sorprendió el primitivismo del método. Los obreros destapaban las fosas a piocha y azadón, sacaban los ataúdes podridos que se desbarataban con solo moverlos y separaban loshuesos del mazacote de polvo de jirones de ropa y cabellos marchitos. Cuanto más ilustre era el muerto más arduo era el trabajo, porque había que escarbar en los escombros de los cuerpos y cerner muy fino sus residuos para rescatar las piedras preciosas y las prendas de orfebrería.

El maestro de obra copiaba los datos de la lápida en un cuaderno de escolar, ordenaba los huesos en montonesseparados, y ponía la hoja con el nombre encima de cada uno para que no se confundieran. Así que mi primera visión al entrar al templo fue una larga fila de montículos de huesos, recalentados por el bárbaro sol de octubre que se metía a chorros por los portillos del techo, y sin más identidad que el nombre escrito a lápiz en un pedazo de papel. Casi medio siglo después siento todavía el estupor que mecauso aquel testimonio terrible del paso arrasador de los años.
Allí estaban, entre muchos otros, un virrey del Perú y su amante secreta; don Toribio de Cáceres y Virtudes, obispo de esta diócesis; varias abadesas del convento, entre ellas la madre Josefa Miranda, y el bachiller en artes don Cristóbal de Eraso, que había consagrado media vida a fabricar los artesonados. Había una cripta cerrada conla lápida del segundo marqués de Casalduero, don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, pero cuando la abrieron se vio que estaba vacía y sin usar. En cambio los restos de su marquesa, doña Olalla de Mendoza, estaban con su lapida propia en la cripta vecina. El maestro de obra no le dio importancia: era normal que un noble criollo hubiera aderezado su propia tumba y que lo hubieran sepultado en otra.
En latercera hornacina de altar mayor, del lado del Evangelio, allí estaba la noticia. La lapida salto en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera viva de un color de cobre intenso se derramo fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros, y cuanto más tiraban de ella más larga y abundante parecía, hasta que salieron las ultimas hebras todavíaprendidas a un cráneo de niña. En la hornacina no quedo nada mas que unos huesecillos menudos y dispersos, y en la lapida de cantería carcomida por el salitre solo era legible un nombre sin apellidos: Sierva Maria de Todos los Angeles. Extendida en el suelo, la cabellera esplendida media veintidós metros con once centímetros.
El maestro de la obra me explico sin asombro que el cabello humano creciaun centímetro por mes hasta después de la muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para doscientos años. A mi, en cambio, no me parecio tan trivial, porque mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del...
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