Es preciso empezar un ensayo sobre Colombia haciendo alusión a una frase que cito un compatriota colombiano en busca de una franja amarilla; “cuando una sociedad no es capaz de realizar a tiempolas reformas que el orden social le exige para su continuidad, la historia las resuelve a su manera”. Aunque la historia no permita que las injusticias desaparezcan solo las camufla o mejor lasentierra en las mismas tumbas donde ha enterrado millones de años de opresión y de pésima dirigencia estatal; tumbas en las que además reposan los vestigios de dos colores representados por miles decampesinos colombianos que sin ni siquiera entender la ideología por ser poco clara y muy similar mataron y murieron, sería enorgullecedor decir que por ella, pero es demasiado obvio que nunca hemos tenidoni propiciado una revolución, que hemos sido tan incapaces de expresarnos, de exigir y de imponer un cambio porque siempre nos hemos basado en nuestra pasión errada y envolvente que hemos inventadopara sentirnos menos inútiles o simplemente un poco mas de allá y menos de acá; de donde realmente somos.
Es absurdo intentar culpar a un sector de la sociedad colombiana sobre nuestro presente quees una poco digna representación de nuestro pasado; no sabemos quien actuó peor si los ineficaces y corruptos dirigentes que han ocupado la cúpula estatal de nuestro país o los millones de colombianosque no hemos sabido reaccionar ante eso, que nos hemos dejado robar en la cara y que no hemos entendido que somos nosotros (el pueblo) quienes pagamos a los que elegimos porque representen nuestravoluntad.
Aun después de conocer nuestra historia y de entender algunas de las causas de nuestros problemas actuales es muy difícil ver un noticiero colombiano sin preguntarse una y otra vez que fuelo que estuvo mal, sin buscar un posible responsable o simplemente un cualquiera que pueda aminorar un poco la falta de de todo que hemos tenido a lo largo de la historia, poca voz y muchos oídos...
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