Ensayo

INSTRUCCIONES PARA UN COLECCIONISTA DE MARIPOSAS
de Mariana Eva Perez
(Una mesa, escritorio o artefacto donde la MUCHACHA trabaja. Pinzas entomológicas,
etiquetas, pequeños frascos con goteros, guantes. Una caja entomológica de madera, con tapa de cristal, a la espera de una mariposa.)
MUCHACHA (De unos veinticinco años. Tiene una mariposa azul entre sus dedos. Su rostro y su vozdenuncian que está agitada, pero sus movimientos se acomodan a la delicadeza de la tarea que tiene entre manos.): En ninguna parte del manual lo dice pero no creo que se deba tomar la mariposa sin la pinza entomológica. Me gusta tenerla así, en la mano, y llamarla mariposa y no lepidóptero y sentir el placer de este pequeño sacrilegio de tocar algo tan frágil, tan tenue. No es que no me dé miedo, pero esmi primera mariposa y quería comprobar con los dedos que es real. Soy nueva en esto de coleccionar mariposas y todo lo nuevo presenta un cierto grado de dificultad. (Comienza a jugar con la mariposa, haciéndola volar. Sonríe nerviosa. Su atención está concentrada en la mariposa, no en las palabras que pronuncia sin dramatismo.) Antes era fácil. Era así: un nudo tensándose en el pecho, palpitante,contra el esternón, acá, un nudo que subía, corría entonces a la computadora, si estaba en casa, o buscaba una birome y un papel cualquiera, en un café o en la oficina... y te escribía... (A pesar de la segunda persona que emplea, habla para sí.). El nudo se aflojaba, soltaba las lágrimas y me quedaba quieta releyendo mala poesía por un rato, compadeciéndome de mí, de vos, de los viejos, pero muyespecialmente de mí, hasta que bueno, a otra cosa mariposa. Era fácil. Bastaba imaginarte en brazos de mamá en la ESMA –yo en esa época no decía “mamá”, decía “mi vieja”; nunca había llegado a decirle “mamá” y no podía evitar el posesivo–, bastaba imaginarte tan chiquitito, tres kilitos y pico de indefensión, tomando la teta y luego, de pronto, en brazos de otra, de otros, esa otra hablándote desí misma como “mamá”... y el llanto era automático. (Detiene el juego. Duda.) Dicen que a esa edad los bebés no saben dónde termina su cuerpo y empieza el de la mamá, no saben que no son uno solo. No sé. (Retoma el juego.) Era fácil también porque tenía tu nombre, para llamarte a cualquier hora, para encontrarte siempre. Tu nombre que iba a ser mi nombre, porque esperaban un varón. Tu nombre ycómo íbamos a decirte, los tres: Rodolfito. No Rodolfo, Rodolfo era el amigo de papá que mataron a los veinte años. Vos eras Rodolfito. Y a joderse. (En tono burlón.) Yo tuve la suerte de nacer chancleta, zafar de ese nombre de viejo verde y ser multiorgásmica como mamá. (Se sienta. Extiende ante sí, en la mesa, sus implementos de entomóloga aficionada. Se calza los guantes y comienza a manipular lamariposa con las pinzas.) Querido Rodolfito, dos puntos. (Piensa, como si recién se le ocurriera.) Tu ausencia es lo único sobre lo que sé escribir. Escribo sobre mí, sobre mi infancia huérfana de la tuya. Te cuento sobre mi barrio de entonces, Belgrano, como si no lo hubieras visto nunca, aunque tal vez vivas por ahí, tal vez cruces esa plaza todos los días o la mires desde la ventanilla del 60.Te hablo de nuestra escuela, de tu mano chiquita en la mía cruzando la calle, de mis guardapolvos que pasarán a ser tuyos porque, ¿sabés?, nunca, ni en el jardín ni en la primaria, me compraron guardapolvos de nena. Te hablo del paisaje de Belgrano que es el mío: la plaza grande y la de los juegos, el aliento frío de la iglesia y la recova, el dormitorio de Sarmiento en el museo. El mismo paisajede noche, las luces de la plaza grande, el calor, los mosquitos. El mismo paisaje después de la lluvia, y vos y yo saltando charcos para poder trepar a las hamacas. Hay sabores que me hablan de tu ausencia: el chocolate con almendras que prefería la Baba en la heladería de la vuelta –Baba es abuela, como Bobe, en idisch, porque somos judíos, pese a estas cejas de Manolito y a nuestro apellido...