Escritos

 1
Alguna vez te has puesto has pensar en las decisiones que hasta éste punto de tu vida, han sido malas, en mi caso, una mierda
En como esa decisión que elegiste, y que, en ese momento se pintaba grandiosa o divertida, en verdad fue terrible, y de haber sabido lo que sucedería si lo hacías, y las repercusiones que estaconllevaría habrías parado a meditarlo más.
Supongo que contar es mejor que tenerla dentro de mí. Perforándome lentamente. Quemándome hasta quedar reducido a cenizas, y después, nada.
Mi historia comienza el peor día de mi vida. Mi cumpleaños número catorce. El día estaba completamente lluvioso y oscuro. Todo lo que podía pensar en ese momento, era el olor que inundaba la habitación. Mi abuela Irina,dormitaba en su decrepita cama, conectada al oxigeno a un lado de la cama. Me miro con sus profundos ojos llenos de ternura, y me dedico una sonrisa, acompañado de un beso en la frente.
—Ian, cariño. Feliz Cumpleaños. Y sus ojos se llenaron de lágrimas, y le di un cálido abrazo.
Eso fue lo último que la escuché decir. Esa misma noche en la madrugada, la abuela Irina empeoro y tuve que llamar a unaambulancia. Pero como no teníamos teléfono, tuve que salir corriendo a casa de nuestra vecina Diddy. Quien estaba dormida, y salió con cara de pocos amigos a atender la puerta. Pero al decirle la situación, me pidió que marcara rápidamente el número de la policía, mientras ella iba en socorro de la abuela Irina. Cuando llegaron los paramédicos, estaba delirando, y completamente bañada en sudor. Melanzó una última mirada con sus ojos azules, llena de ternura y amor, la misma mirada que me había dedicado todos los días desde que comencé a vivir con ella. Traté de reprimir las ganas de llorar en ese momento, frente a todos los vecinos que habían salido a ver qué es lo que sucedía y porque todo ese aquelarre. Pero me di cuenta que no era el momento de ser tan valiente. Las lágrimas comenzarona brotar lentamente, nublándome la vista, desfilando una por una en mis mejillas, hasta que los ojos comenzaron a dolerme. Y subí a la ambulancia.
Al llegar al hospital, no dejaron que entrara con la abuela Irina, y algunos doctores me miraban con rostro apacible y preocupado. Después de siete horas, un doctor con rostro amargado y postura desgarbada, se acerco a mí con decisión. Su rostroescudriño el mío, e hizo un gesto más parecido a una mueca que a una sonrisa.
—Jovencito. ¿es tu abuela, la señora Irina Koma?
La pregunta me pareció completamente ridícula, ¿Qué eso no era obvio? Lo mire de nuevo y vi que no estaba bromeando porque sus cejas estaban enarcadas y seguía mirándome fijamente.
—Sí. ¿Está todo bien?
Su rostro cambio de expresión rápidamente, y ahora me miraba apacibley comprensivo. Dirigió una lasciva mirada a la enfermera que se encontraba a unos metros de él, y esta salió de ahí en un santiamén.
—Ven, siéntate aquí. Nos sentamos en una fría columna de sillas metálicas que se encontraba pegada a la pared. Y antes de que hablara, yo ya sabía cuál iba a ser su respuesta.
—Murió. ¿Cierto?
Me miró sorprendido. Estaba confirmado que no esperaba mi respuesta tandirecta, y su expresión denotaba que lo había tomado desprevenido.
—Así es, hijo. Tu abuela había estado luchando contra el cáncer desde hacía ya un tiempo. Y lamentablemente, no pudo resistir más. Lo siento.
Sabía que su pena era noble y verdadera. Me abrazo y me pregunto que si había algún otro familiar a quien llamar. A decir verdad, no había muchos que yo conociera. Así que decidí que lomás sensato era llamar a la tía Ema. Con quien la abuela no tenía mucho contacto desde hacía años, debido a una absurda pero fuerte pelea en casa de Ema. Le dije que no tenía el numero a la mano, pero mi abuela lo había apuntado en una pequeña libreta de cuero que guardaba en el buro a un lado de su cama. Corrí hasta el estacionamiento, en donde Diddy seguía esperando en el auto, fumándose un...