Estados Financieros Proyectados

 BENJAMIN ZELEDON RODRIGUEZ

Este 4 de octubre del 2012 para los nicaragüenses que amamos desde lo más profundo de nuestros corazones a nuestra patria, no puede ser un día como cualquier otro. La bandera azul y blanco, símbolo de nuestra nacionalidad, deberá tremolar orgullosa al recordar que hace cien años, hubo un hombre que no escatimó ningún sacrificio, por grande que este fuera, en defensade nuestra soberanía y de nuestra libertad.
 
Nos estamos refiriendo, naturalmente, al General Benjamín Zeledón, quien el 4 de octubre de 1912 ofrendó su preciosa sangre luchando en los alrededores de Catarina, Masaya, en contra de la intervención extranjera. Sus cartas, en el umbral de la muerte, dirigidas a su esposa y a sus angelitos, “para quienes quiero legar una Nicaragua libre ysoberana” así como la que dirigió un día antes de su inmolación al invasor coronel J.H. Pendlenton en la que invoca las epónimas figuras de Washington y Lincoln para rechazar la fuerza interventora, constituyen el grandioso pedestal en que ha de descansar para la posteridad este gran hombre ignorado muchas veces hasta por sus mismos correligionarios.
 
Aún retumbaban en el ambiente latinoamericano losecos del clamor continental de Rubén Darío con su Oda a Roosevelt: “Eres los Estados Unidos/ eres el futuro invasor/ de la América ingenua que tiene sangre indígena/ que aún reza a Jesucristo y aún habla en español” cuando el doctor y general Benjamín Zeledón como el David bíblico desafiando a Goliat, se enfrentó a dos mil filibusteros que exigían su rendición incondicional en nombre de unapotencia extranjera y de un espurio gobierno nacional. Zeledón, en una acción heroica solo comparable a las épicas hazañas que nos relata Homero de la antigua Troya, no descansó su brazo hasta derramar su última gota de sangre dándole justo cumplimiento al juramento que pocas horas antes había hecho: “Si muero… moriré en mi lugar por mi patria, por su honor y por su soberanía mancillada”.
 
Para losque no conocen esta epopeya de nuestra historia, Benjamín Zeledón, nació en la misma fecha que pasó 33 años después a la inmortalidad, el 4 de octubre de 1879, en La Concordia, Jinotega, hijo de Marcelino Zeledón Ugarte y María Salomé Rodríguez. Estudió su Bachillerato en Honduras y se doctoró en Leyes en 1903.
 
Para algunos, Benjamín Zeledón, será un Quijote redivivo que andando lanza enristre por la manigua nicaragüense hizo honor al pensamiento pletórico en esplendor del Caballero de la Triste Figura: “La Libertad, Sancho es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario el cautiverio esel mayor mal que puede venir a los hombres”. Para muchos, Benjamín Zeledón, no será más que el desenlace trágico del humano destino, producto de nuestras sangrientas hecatombes en las que desde los albores de nuestra independencia nos hemos visto involucrados los nicaragüenses. Para otros, Benjamín Zeledón, no será más que el precursor de la gloriosa gesta de Sandino.
 
Pero para todos,Benjamín Zeledón, deberá ser hoy, mañana y siempre el ejemplo inmarcesible de lo que es capaz de dar un hombre, más allá del deber y más allá de los mezquinos intereses, cuando ama a su patria por sobre todas las cosas y baja por ella al sepulcro amortajado por la blanca túnica del martirio.
 
Benjamín Zeledón, a 100 años de su inexorable partida, duerme en un frío y olvidado rincón de la bucólicaCatarina. Ya es hora de que los nicaragüenses despertemos de nuestro letargo y vayamos todos con unción patriótica a depositar sobre sus restos mortales el tributo de nuestro imperecedero reconocimiento, por su sacrificio inconmensurable en defensa de la dignidad y el decoro de nuestra “infortunada patria” como él la llama en uno de sus últimos escritos epistolarios.
 
Saludémosle como el...