estudios colegiales
- Hoy ha llegado a la fábrica una persona buscando trabajo. Parecía muy triste y cansado. Ahora no tenemos puestos libres, pero como le he visto grande y fuerte se me ha ocurrido ofrecerle cuidar del jardín para que mamápueda descansar un poco. ¿Qué te parece?
- ¡Creo que es una idea muy buena! Así podrá ayudarme con la poda pues casi no llego a las últimas ramas de los árboles.
A la semana siguiente, mientras Jaime jugaba con un tren entre las piedras del jardín, llegó papá y le dijo:
- Mira Jaime, quiero presentarte a Yumadi, nos ayudará a cuidar del jardín.
Yumadi, tímidamente, extendió la mano parasaludarle. Jaime se quedó muy quieto, mirando con ojos grandes y asustados al gran hombre que tenía delante. No se atrevió a abrir la boca y después de unos segundos sin moverse salió corriendo hacia la casa. Se metió en su cuarto y cerró la puerta. No quiso salir hasta la hora de la cena y no sin antes preguntar si se había ido ya ese señor tan raro. Durante la cena, papá le preguntó:
- Jaime,¿por qué no has querido saludar al nuevo jardinero? Se ha quedado un poco triste cuando te ha visto huir sin decir nada.
- ¡Es que me da miedo! – exclamó sorprendido de que no le entendiesen- ¿No habéis visto que es todo negro?
- ¡Claro que sí! – dijo mamá.– Hay gente de otras razas y de otros colores, pero lo importante es que sean personas buenas y, en este caso, ha venido con ganas detrabajar. - ¡Pues a mí no me gusta! Además, ¡es feo!
- Jaime, eso lo dices porque le ves diferente, pero tienes que aprender que no todos somos iguales y no por eso somos peores personas.
Ese día Jaime se acostó enfadado con sus padres, enfadado con Yumadi y hasta enfadado con el jardín por tener que necesitar que viniera alguien de fuera a cuidarlo. Se sentía incomprendido, le atemorizaba la imagende ese hombre de manos grandes que le miraba con ojos saltones. “¡No y no! ¡No seré su amigo!”, pensó justo antes de dormirse.
Al llegar del colegio al día siguiente, Yumadi estaba ya subido a una escalera con las tijeras de podar y saludó al niño con la mano cuando pasó a su lado. Jaime se dirigió directamente a la casa y se metió en su cuarto sin merendar. Después de un rato, aburrido por nosalir fuera, se asomó a la ventana y vio como Yumadi hacía un montón con las ramas secas, después se fijó en el cuidado que ponía en plantar unas petunias y finalmente se entretuvo viéndole regar los setos. La tarde se le hizo así más entretenida, aunque no salió al jardín a pesar de que Papá le animó varias veces.
La tarde siguiente Jaime se encerró también en su dormitorio, pero cuando esta vezse asomó a la ventana se encontró en su alféizar una rama de hierbaluisa que, con su fuerte olor a limón, llenaba toda la habitación de un fresco perfume. Al mirar hacia el jardín Yumadi le saludó con su gorra. Jaime sonrió, pero no se atrevió a salir al exterior. Dos días después, Jaime se animó a ir al jardín con su colección de muñecos articulados. Mientras jugaba con ellos, miraba de reojocómo Yumadi iba de un lugar a otro acarreando macetas, tierra, semillas y agua. Le sorprendía su agilidad y su fuerza y, al mismo tiempo, la delicadeza con la que trataba a las plantas. Al final de la tarde, pudo más la curiosidad y se acercó mirándole con intensidad. Yumadi no decía nada, pues se daba cuenta de que el niño necesitaba tomarse su tiempo. Después de pensárselo mucho, Jaime dijo:
-...
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