Eufemismos

Se quejaban unos amigos de lo abrumador que les resulta someterse, en el uso del lenguaje, a los límites de lo “políticamente correcto”. Como en todo, hubo una opinión diferente para cada punta delasterisco, pero todos coincidían en que ciertas expresiones impuestas por esa especie de falsa corrección no economizan tiempo en una lengua como la española, que es mucho menos rica en monosílabosque, por ejemplo, la inglesa. Adulto mayor, no vidente, privado de libertad, centro educativo, trabajadora o trabajador del sexo, vigilante nocturno, intoxicación etílica y muchas otras expresiones deese tipo fueron citadas como obesas sustituciones de viejos, claros y robustos vocablos, por lo general palabras graves que ni tilde piden cuando hay que escribirlas. Por nuestra parte, no nosapasionamos porque desde hace mucho tiempo nos plegamos y preferimos adaptarnos en cada caso, hasta donde sea posible, a la sensibilidad religiosa, política, o estética de nuestros interlocutores, de modo quesi una persona renquea decimos que es claudicante, refiriéndonos claro está a su manera de caminar; porque si dijésemos lo mismo de una persona o de un partido político que otrora fue socialdemócratay ahora es neoliberal, estaríamos aludiendo a algo muy diferente.


Por supuesto, no es tan sencillo someterse a las normas de lo que llamamos políticamente correcto, pero no debemos olvidar que laevolución de la lengua es incontenible y tiene que continuar aunque a veces la especie más reciente carezca de la fuerza o la belleza de las más antiguas.

Se nos antoja que siempre suena máselegante llamar a alguien estulto en lugar de imbécil, y si no que lo digan quienes le pusieron atención a la escena de los latigazos de la película bilingue (arameo y latín) La Pasión de Cristo, de MelGibson, en la que de pronto surge un centurión romano calificando al verdugo de “¡stultus!” porque, como a cualquier tenientón torturador en tiempos de Pinochet, se le está yendo la mano y está a...