Evaluación de la pràctica docente
EVALUACIÓN DE LA PRÁCTICA DOCENTE. UNA REVISIÓN
DESDE ESPAÑA
Antonio Bolívar
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa 2008 - Volumen 1, Número 2
http://www.rinace.net/riee/numeros/vol1-num2/art4.pdf
Fecha de recepción: 6 de septiembre de 2008
Fecha de aceptación: 15 de octubre de 2008
Evaluación de la Práctica Docente. Una Revisión desde España
AntonioBolívar
Q
uiero plantear cómo se ha de entender, en nuestro contexto, la evaluación de la práctica docente para
provocar la mejora y, sobre todo, para asegurar con equidad el derecho a la educación de la ciudadanía.
Una larga tradición del pensamiento progresista en educación, con razones fundadas por los modos y
usos a que ha dado lugar, se ha opuesto a cualquier forma de control sobre loscentros escolares y el
profesorado. Sin embargo, actualmente, hemos de repensar cómo se puede garantizar el derecho a una
buena educación para todos si no hay arbitrados dispositivos para que escuelas y profesorado den
cuentas (a sí mismos, a la comunidad o a la administración) de la educación ofrecida. Como argumenta
Linda Darling-Hammond (2001),
“si se aspira a que los alumnos alcancen unosestándares de mayor calidad educativa hay que suponer que
también los profesores han de satisfacer ciertos estándares o criterios de calidad en su trabajo. Unos
estándares de enseñanza elevados y rigurosos constituyen la piedra angular de un sistema de control que
concentre su atención en el aprendizaje de los alumnos” (p. 314).
Es preciso contar, pues, con algún tipo de dispositivo(externos, además de internos) que garanticen la
equidad de “todos” los alumnos en su derecho a la educación. La cuestión es cómo hacerlo en formas
que motiven a los que ya lo hacen bien y, a la vez, contribuyan a mejorar a aquellos establecimientos de
enseñanza y profesorado que consiguen bajos niveles en su alumnado, como actualmente se plantea en
la “nueva” responsabilidad por los resultados(Carnoy, Elmore y Siskin, 2003; Gunzenhauser y Hyde,
2007) o de los estándares (Ferrer, 2007). Asegurar que todo ciudadano está recibiendo la educación que
desarrolla sus posibilidades no puede hacerse dejando el asunto al arbitrio (y suerte) contingente de cada
centro escolar y su profesorado. En conjunto, como objetivo último, dicen Ravela, Arregui y otros (2008:
62), lejos de culpabilizar alprofesorado, “la evaluación debe estar al servicio del desarrollo de un sentido
de responsabilidad compartida por la educación como bien público. Debe promover el compromiso con la
educación de todos los actores, cada uno según su lugar y ámbito de acción”.
En el fondo, para lograr hacer de cada escuela una buena escuela, meta irrenunciable de cualquier
sistema educativo, nos encontramos con eldilema de actuar por presión externa (control de resultados) o
promover el compromiso e implicación interna (autoevaluación). Si bien sabemos que una política
intensificadora puede inhibir los esfuerzos de mejora del profesorado y del centro escolar, perdiendo el
potencial de sinergia que debía tener; tampoco cabe confiar sin más en los procesos iniciados por todo el
profesorado. Esto último, sibien debe ser potenciado por las instancias centrales, no puede ser
presupuesto. Hay bases para pensar que, en determinados contextos, una lógica de colaboración debe
verse impulsada por mecanismos de presión que lleven a los actores a asumir compromisos por la mejora.
En momentos en que éstos se debilitan, siempre existe, como contrapartida, la intervención externa para
aquellos casos en losque no se está alcanzando determinados niveles de calidad. Lograr un equilibrio,
siempre inestable, es el problema. En cualquier caso, primero capacitar, sólo en segundo lugar, presionar.
1. LA EVALUACIÓN DOCENTE EN LA AGENDA ACTUAL DE REFORMAS
La evaluación del desempeño docente y de los resultados obtenidos por los establecimientos escolares se
ha ido convirtiendo en los últimos años en...
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