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Cada día es más difícil cultivar hábitos de lectura en nuestros jóvenes. Es muy frecuente encontrar estudiantes de cualquier nivel con grandes dificultades para comprender aquello que leen.Porsupuesto, no se pueden dejar de lado las complicaciones innecesarias que muchos autores añaden a sus escritos, utilizando términos rebuscados para explicar temas que en realidad son muy sencillos.Enparte la causa de todo esto la podemos encontrar en el fenómeno de la globalización y el “desarrollo” de la tecnología, que por un lado contribuye a crear un ser humano más informado, pero por otro,elindividuo que surge como producto de esta innovación tecnológica presenta un natural rechazo por la lectura. El fondo del problema tiene que ver con el surgimiento de una nueva cultura defacilismo,superficialidad e inmediatez.

En el ámbito educativo el uso de internet ha ido desplazando poco a poco a la biblioteca, ofreciendo una increíble cantidad de material informativo que selograentrelazar como una maraña sin límite, y puede ser alcanzada por usuarios en cualquier rincón del mundo a través de la red.

A este punto, el uso del libro impreso por parte de los estudiantes se havistosumamente debilitado en los últimos años, dando preferencia a todo aquel material que se logra bajar de manera fácil, digitalizado y listo para imprimir.

Toda esta información la mayoría delasveces es imprecisa, vaga, sin control de calidad, manipulada muchas veces por quien sí sabe manejar la opinión pública en el “ciberespacio”, cuya identidad y localización física resulta imposiblededeterminar. La mayoría de los estudiantes ni siquiera se preocupa por leer, aunque sea por curiosidad, el material que ha bajado de internet y que copia textualmente para entregárselo a suprofesor,dejando así libre el camino para que cualquier barbaridad y un sin fin de “horrores” ortográficos, se cuelen sin escrúpulos en nuestras aulas de clase. Como si fuera poco, muchos profesores y...